Es habitual acudir a Urgencias y que el correspondiente médico ordene hacer una serie de pruebas entre las que se incluye, por ejemplo, una radiografía. Sin embargo, puede ser que no exista ninguna sospecha clínica que induzca a pensar que esa prueba es esencial. Y aún así se hace. De hecho, el 30% de las pruebas radiológicas que se realizan en los centros de salud y hospitales son completamente innecesarias. Así lo asegura Javier Rodríguez Recio, Jefe del Servicio de Radiodiagnóstico del Complejo Asistencial de Segovia, que recoge, además, el sentir de la mayoría de sus colegas.
"En los últimos años hemos venido comprobando en nuestras diferentes reuniones y congresos el exceso de demanda de pruebas radiológicas por parte de los cínicos y los pacientes, que no siempre son necesarias", explica el especialista, que estos días participa en el XXX Congreso de la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM), que se celebra en A Coruña entre el 27 y el 31 de mayo.
La presión asistencial de determinados servicios, las exigencias de los propios pacientes a sus médicos e incluso la decisión de algunos radiólogos de desechar pruebas simples a favor de pruebas más complejas, son causas de este problema. "Hablamos como innecesarias de todas aquellas pruebas cuyo resultado, positivo o negativo, no contribuye a modificar la conducta diagnóstico-terapéutica del médico, o no ayuda a confirmar el diagnóstico", explica el Dr. Rodríguez, que a través de diversos estudios ha podido constatar esta situación: más de una cuarta parte de las pruebas que se solicitan a los radiólogos podrían evitarse porque no son realmente necesarias. Ni siquiera la modernización de los equipos y la evolución de las nuevas pruebas de alta tecnología han disminuido la realización de las anteriores.
La ejecución de estos exámenes supone un importante gasto económico para los centros, pero más grave es si cabe el potencial peligro para los pacientes. Algunas de las pruebas emiten una radiación que puede ser sumamente perjudicial para el enfermo si se da de forma continuada, mientras que existen otros riesgos derivados de uso de contrastes y de las técnicas utilizadas. "Es decir, que no sólo estamos gastando un dinero que podríamos invertir, por ejemplo, en la gestión de las pruebas inútiles, sino que además podemos provocarle al paciente alguna patología que requiera más pruebas, con lo que seguiríamos gastando más dinero y exponiendo más al paciente", asevera el Dr. Rodríguez Recio.
En algunos casos, la situación llega, incluso, a niveles extremos, como en el caso de las resonancias magnéticas de columna lumbar, que no están justificadas en el 60% de los casos. Y esta es una prueba "muy cara y que puede conllevar complicaciones para el paciente".
--Solución entre todos
Para el Dr Rodríguez Recio, la solución al exceso de pruebas pasa obligatoriamente por la elaboración a nivel nacional de guías y protocolos para la realización de pruebas de diagnóstico por imagen, como ya existen en Estados Unidos y en Europa, "pero que se cumplan; de nada nos sirven las guías si luego cada uno hace lo que quiere", explica.
Otra opción de la que hablan los que buscan soluciones es la de potenciar al radiólogo en la toma de decisiones. De hecho, la propia legislación española ya recoge que la decisión de realizar determinadas pruebas está en manos de los radiólogos, pero no se cumple.
Javier Rodríguez Recio apuesta por identificar, en primer lugar, qué pruebas son realmente innecesarias, pero estructurando las situaciones, motivaciones, cuándo y por qué se producen, etc. "La meta no es la desaparición total de lo inútil, sino la reconstrucción en lo posible en medidas útiles para el beneficio de los pacientes", señala. El reconocimiento de la labor de los radiólogos también ayudaría. "La población debería saber que no porque a alguien le hagan muchas pruebas eso signifique que está mejor atendido".