Cada año en nuestro país se diagnostican 21.000 casos nuevos de cáncer de mama, de los cuales 650 se dan en Málaga. La cifra se incrementará en los próximos años debido sobre todo a los cambios en los estilos de vida que durante la última década han tenido lugar en los países occidentales.
Los tratamientos, cada vez más personalizados, y los programas de detección precoz que hacen que la mayoría de los tumores de mama se detecten en etapas más iniciales, conllevan que el pronóstico de la enfermedad sea cada vez mejor, llegándose a curar en un 85% de los casos, una cifra que, aunque mejorable, es muy positiva. El conocimiento de la enfermedad y la concienciación sobre la importancia de las revisiones periódicas en los programas de screening están siendo herramientas fundamentales y lo serán en un futuro, junto con los avances en las terapias, para que estos datos sigan mejorando.
Hacer hincapié en la importancia de seguir avanzando en este sentido e incrementar la concienciación y la información hacia las pacientes, son algunos de los objetivos del Día Internacional del Cáncer de Mama. Por este motivo, la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y la Asociación de Mujeres Operadas de Cáncer de Mama de Málaga (ASAMMA), perteneciente a la Federación Española de Cáncer de Mama (FECMA), celebró la sesión informativa ‘Cáncer de mama, un nombre con varios apellidos’. La jornada, que cuenta con la colaboración de Roche, se celebró en el marco del XIII Congreso Nacional de la SEOM, desarrollada en Málaga.
Según apunta el doctor Emilio Alba, presidente de la SEOM, “hemos de ser optimistas puesto que durante los últimos años hemos logrado disminuir paulatinamente la mortalidad, y cada vez son más los tumores que se diagnostican en fases iniciales, por lo que la supervivencia es cada vez más alta y la calidad de vida de las pacientes es mejor”.
En relación a la información., desde ASAMMA, su presidenta, Francisca Aguilar reivindica la importancia de que los especialistas compartan más información con las mujeres a las que se les diagnostica la enfermedad: “Necesitamos conocer los procesos desde el momento de la detección del cáncer sobre cómo se va a desarrollar nuestra enfermedad, así como las opciones terapéuticas con las que contamos. Por suerte vivimos, y cada vez lo hacemos más años, pero nos hace falta saber con qué nos vamos a enfrentar”.
Tal y como explica el doctor Antonio Llombart, coordinador del Comité Científico del Grupo Español de Estudio y Tratamiento de Intensificación y otras estrategias experimentales en Tumores Sólidos (SOLTI), “la supervivencia global de las pacientes con esta enfermedad ha mejorado gracias entre otras cosas a la instauración en muchos hospitales de Unidades Funcionales de Cáncer de Mama, que juegan un papel fundamental para la coordinación entre especialistas y, por tanto, para un mejor abordaje de la dolencia”.
Aunque todavía no han sido implantadas en todos los hospitales de la geografía española, estas Unidades han conseguido poner en marcha una investigación más compleja y avanzada, e incluso se ha visto que los pacientes que se tratan en este tipo de estructuras tienen un mejor pronóstico. Según el Dr. Llombart, “se crean comités multidisciplinares en los que se discuten todos los casos con el fin de tomar la mejor decisión para el tratamiento del paciente”.
-Cambios en el estilo de vida
Los cambios en nuestro estilo de vida han hecho que los países occidentales vean incrementada la incidencia de este tumor con respecto a otras zonas del planeta. España no es ajena a este problema, aunque es el país de la Unión Europea con la incidencia más baja y con mejores tasas de supervivencia.
En general, el adelanto en la edad de la primera regla, la reducción del número de embarazos, así como que cada vez se producen a una edad más tardía, entre otros, son algunos de los factores de este aumento de casos.
-Más conocimiento, mayor exactitud
Según explica el doctor Álvaro Rodríguez Lescure, secretario del Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (GEICAM), “el próximo paso en la investigación en cáncer de mama es caracterizar de forma más exacta cada uno de los tumores, cosa que ya se está haciendo, pero que es necesario mejorar. El futuro pasa por ahondar más en el proceso de individualización, manejando un número cada vez mayor de marcadores biológicos que nos ayudarán a definir de manera más exacta cada caso”.
Sin duda alguna, esto redundará de forma muy positiva en el tratamiento que se le dé a cada paciente. “No hay un solo tipo de cáncer de mama, cada vez este nombre se encuentra con mayor número de apellidos, cada uno con una forma de tratamiento diferente”, apunta el doctor Rodríguez Lescure. “Para ello, el conocimiento molecular de la enfermedad, impulsado por técnicas de laboratorio con un gran potencial que nos ayuden a descifrarlo, hará que podamos definir –como ya se hace, pero de forma más precisa- los distintos tipos de pacientes que, aunque están bajo el mismo paraguas del cáncer de mama, tienen que ser tratados de formas muy distintas”.
Otro de los retos que se plantean a medio plazo es hasta qué punto los test genéticos pueden ayudar a saber si el tratamiento con quimioterapia es beneficioso o no para la paciente a la que se le ha diagnosticado un tumor mamario en sus primeras fases. “Conocer estos datos supondría un beneficio enorme para la paciente y una mejora en su calidad de vida, puesto que tendremos datos para saber en qué casos es necesaria la quimioterapia o si sólo la terapia hormonal sería suficiente”, explica este experto.
-¿Cómo tratar los efectos a largo plazo?
Los avances que poco a poco se van implantando en el diagnóstico y tratamiento de esta enfermedad han redundado en un mensaje muy alentador: las pacientes cada vez tienen una esperanza de vida mayor. Según la presidenta de ASAMMA, “cada vez superamos la enfermedad más mujeres y vivimos más años, lo que ha hecho que a largo plazo hayan ido apareciendo efectos colaterales al cáncer de mama y que nos afectan a nuestra vida diaria”. Algunos de estos efectos son la dificultad de movimiento y de realización de esfuerzos físicos relacionados con el linfedema, o la aparición agresiva de enfermedades como la osteoporosis.