Llevaba un tiempo queriendo probarme en el “digital storytelling”, una técnica de comunicación que se basa en producir vídeos o presentaciones sencillas para compartir una experiencia, un concepto, una idea…
Los días de descanso navideños fueron la ocasión perfecta para ponerme manos a la obra y, con la ayuda de Facundo Devitto Mokotoff, producir mi primera “historia digital” en la que cuento cómo y porqué decidí definirme como agnóstica. Y cómo el pensamiento científico fue el principal impulsor de esta decisión.
Además dio la casualidad de que en el periódico británico The Guardian había un pequeño concurso de vídeos presentando ideas relacionadas con la ciencia. ¡Estupendo! Momento perfecto para participar.
Aquí os dejo la historia. Está en inglés, pero abajo podéis encontrar la transcripción a español:
“Hola, me llamo Ángela.
Como podrás notar por mi acento, soy española. Me mudé a Bristol hace unos meses y, de hecho, fue mi amor por a ciencia lo que me trajo aquí.
Como muchos niños españoles de mi generación, recibí educación católica… y con los efectos secundarios habituales.
Sin embargo, ahora soy una agnóstica consagrada, lo que quiere decir que no creo en nada. No creo que dios exista. Y no creo que dios NO exista.
Simplemente observo la evidencia y entiendo que, en base a lo que sabemos hasta ahora, lo más probable es que dios no exista en absoluto.
Cuando le digo esto a gente religiosa o espiritual, a menudo me responden “Oh, pero es es tan… triste”. No, no lo es. Y te voy a contar porqué.
¿Has observado alguna vez el mundo que te rodea? ¿Has reparado en lo maravilloso que es?
La próxima vez que oigas algo como “todo está conectado”, no te imagines un extraño e improbable flujo de energía brillante y rosa.
En lugar de eso, piensa sobre el hecho de que los mismos átomos que se formaron justo después del Big Bang, son los mismos que componen tus huesos, las cuerdas de una guitarra, o una mesita de café.
¿No es eso lo suficientemente alucinante?”
Espero que el vídeo os inspire, que os remueva algo. Y que luego me lo contéis. ¡Hasta la semana que viene!
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