El amor del Papa se expande por Madrid

Publicado el 18 agosto 2011 por Joaquim


A pesar de las amenazas, intimidaciones y obstáculos de todo tipo, la manifestación ciudadana de protesta contra el derroche que representa la visita del Papa a Madrid, reunió a 15.000 personas entre laicos, ateos, cristianos de base y 15-M. Ciudadanos de todas las edades desfilaron de modo cívico y alegre por el centro de la ciudad, a pesar del acoso que hubieron de sufrir por parte de contramanifestantes papistas que intentaron impedir la marcha cortándoles el paso en repetidas ocasiones.

Las provocaciones de los papifascistas -como los ha bautizado Ramón Cotarelo- comenzaron ya antes de que arrancara la marcha y buscaron forzar la intervención policial como modo de reventarla. Según las imágenes y testimonios que recoge hoy la prensa ajena a la perrera mediática, los contramanifestantes estaban perfectamente organizados y dirigidos por curas que les iban señalando incluso los cantos y consignas que debían gritar.

El amor cristiano de los borjamaris y otros secuaces del papifascismo se manifestó en insultos e improperios de toda clase, y venía realzado por la exhibición de alguna bandera española fascista, ya saben, la de la gallina sobre la rojigualda, la enseña de la época de Franco. El fin de fiesta corrió por cuenta de la policía antidisturbios, que en lugar de proteger a los manifestantes autorizados los golpearon salvajemente, a tenor de vídeos como el colgado en You Tube procedente de la cadena televisiva boliviana AN , en el que entre otras intervenciones brutales puede verse a un antidisturbios propinar por las buenas un puñetazo a un joven parado en la calle, según puede verse en el fotograma que ilustra el post.

Hoy se espera que pase a disposición judicial el mexicano que pretendía atacar la marcha con gas sarín. En realidad lo suyo sería haber atentado con gas Cyclon B, en honor al pasado político nazi del Papa Ratzinger; pero al parecer, después de que colgaran de una soga a los jefes políticos del joven Ratzinger tras los juicios de Nüremberg, ya no se encuentra el gas de los campos de exterminio nazis en Europa.