El psícologo Arthur Aron de Nueva York hizo estos sorprendentes descubrimientos al someter a los enamorados a una tomografía del cerebro.
Cuando a los participantes del experimento les mostraban fotos de la persona objeto de su enamoramiento, la zona de su cerebro que responde a la motivación se saturaba de dopamina, una sustancia que aparece en la sangre al sentirse sensaciones agradables como al practicar el sexo, comer chocolate o consumir drogas.
Luego, en la sangre se generan las hormonas oxitocina y vasopresina, que estimulan la formación del contacto emocional entre los enamorados. La oxcitocina aparece en la sangre en los momentos del contacto íntimo entre los sujetos: puede ser una mirada a los ojos durante un largo tiempo, abrazos o el acto sexual.
Tradicionalmente se creía que en la mayoría de las parejas el amor apasionado, con el paso del tiempo, se transforma en algo más parecido al amor fraternal.