El amor, ¿tiene edad?

Por Virginia Picó

Hoy en día proliferan más tipos de emparejamiento dónde la diferencia de edad ya no supone una barrera emocional. Quizás, por fin, se está consiguiendo romper con prejuicios sociales y se empieza a establecer una nueva consciencia en las relaciones amorosas.

Es verdad que los tiempos cambian y actualmente el cuidado del cuerpo está tan extendido que cualquiera puede acceder a frenar el paso de los años a golpe de tarjeta. Lo externo podemos ocultarlo pero de lo interno no puedes prescindir. Los prejuicios, lo vivido, lo aprendido, la madurez te acompañaran allá donde estés y con quien estés, y es preciso que tomes consciencia que igual de perjudicial es adentrar a alguien más joven a que siga tu camino, impidiendo que viva la ruta que le pertenece, cómo intentar seguir el camino del joven por unas andaduras que ya te resultan empinadas y  agotadoras.

Entonces,  ¿qué buscan y con qué se encuentran los amantes con diferencias de edad dispares? El enamoramiento nos arrastra hacia unas proyecciones reflejadas en el otro, con nuestros deseos y carencias. Muchas jóvenes encuentran al sabio o maestro reflejado en su profesor de universidad; otros chicos ven a la protectora, cuidadora y paciente mujer soñada detrás de una enfermera o ama de casa desengañada; la fuerza, seguridad y valentía tras el uniforme de policía, activista…. Un sinfín de proyecciones hechas realidad.  En otras ocasiones, menos novelística que las anteriores, las mujeres maduras buscan la juventud perdida, el dinamismo y la diversión en un cuerpo 20 años menor; y ellos se convencen que la madurez de ellas les aporta experiencia, estabilidad y compromiso. Al emparejamiento contrario les pasa lo mismo, las jóvenes encuentran madurez y conocimiento, y el maduro encuentra juventud y pasión.

Sea como sea no deja de ser una transacción, todos salen ganando pero no se sabe a qué precio. El paso del tiempo puede llegar a ser muy cruel y asusta. Quizás la mujer madura piense, con el tiempo, que su cuerpo ya no es tan joven y que quizás produzca cierto rechazo a su joven amado. Y aquel hombre maduro puede convertirse, a ojos de su joven esposa, en un culto tedioso que ya no tiene nada más que enseñarle.

Todo lo marcará el tiempo, a no ser que ambos individuos de la pareja sean capaces de transmutar el concepto de “tiempo”. Si existe la capacidad de vivir “el aquí y ahora”  también existe la posibilidad de vivir el amor, el compromiso y las expectativas de futuro a corto plazo con total autenticidad, disfrutando de lo que tienes, sin miedo al futuro incierto que puede o no, unir profundamente o alejar inevitablemente.