Acabó el verano y nos incorporamos a nuestros puestos de trabajo. En nuestro caso al Hospital Universitario de Fuenlabrada, de cuya plantilla formamos parte desde su apertura. Como en años anteriores este comienzo posestival va acompañado de cambios y proyectos de cara a la actividad asistencial, docente y a la preparación de nuestras jornadas de Fisioterapia. Sin embargo, septiembre también ha venido con otras novedades que ha hecho visible a nuestro hospital por motivos poco deseables.
En pleno agosto, alejados de física y mentalmente de nuestra tarea cotidiana, nos enterábamos por las redes sociales, e incluso por la televisión, de la noticia. Nuestro hospital estaba siendo investigado por supuesta filtración de datos a centros privados. Los que sabían de dónde nos ganamos el pan nos informaban también de ello.
Los acontecimientos siguieron su curso y en este septiembre de nuevo hemos tenido notoriedad en los medios. Desgraciadamente no por la calidad de nuestra atención, por la profesionalidad de los trabajadores, por algún proyecto de investigación o por el inicio del la actividad docente pre y posgrado. De todo eso hay, pero de nuevo las irregularidades y la dimisión de nuestro gerente nos llevaron a la palestra. Precisamente este año, nuestro décimo aniversario, al que dedicamos una entrada hace unos meses. En ella loábamos al centro, su trayectoria, nos mostrábamos orgullosos de estar en él. Esto no ha cambiado, pero resulta inevitable sentirse contrariado. No se trata de culpar, no es nuestro cometido. Pero como ciudadano y empleado nos preocupa el funcionamiento de lo público, defendemos su carácter, como también hemos hecho en esta plataforma, más cuando se trata de la protección de datos personales en materia de salud. Además, nos sentimos si cabe más agraviados cuando el veleidoso devenir de nuestros pensamientos nos lleva al malpensar. Resulta inevitable relacionar la situación de las listas de espera, como decíamos en otra ocasión relacionadas con la Fisioterapia pública, con un supuesto interés en buscar soluciones en la iniciativa privada. Táchesenos de suspicaces, pero cuando se derivan pacientes a un centro privado eludiendo mecanismos establecidos para ello y no se buscan alternativas con los medios propios, es eso, inevitable pensar en algún interés espurio.
La Administración debe velar por el cumplimiento de sus servicios, de manera eficaz y, como mínimo, legal. También debe buscar responsables si no es así y remediar lo remediable. No deseamos mal a nadie, faltaría más. Pero sólo si se hace así podremos recobrar la maltrecha credibilidad de lo público. Los que trabajamos a pie de consulta, camilla, mesa de quirófano o microscopio tenemos nuestra responsabilidad, se nos debe exigir día a día, más si es un servicio público. Pero ello nos acredita, también como ciudadanos, para pedir que los gestores hagan lo propio. Con honestidad, dedicación y convicción.
Deseamos a la nueva dirección de este centro, como a la de todos los demás, fortuna en su labor y decisión para enmendar los posibles errores. Porque así ganamos todos. Y, si se nos permite la ironía, esperamos que nuestro nuevo gerente sea el que presente las IV Jornadas Interhospitalarias de Fisioterapia, si más sorpresas, sin más sustos.
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