El arte ancestral del bordado a mano: el camino de Isabella Berrutti hacia la sustentabilidad.

Por Pallares
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Si hay un rubro en constante evolución es la moda, que puede remitirse a estéticas de otras épocas o buscar su visión del futuro con distintos lenguajes. En una industria dominada por la producción en masa, es interesante seguir con atención a talentos emergentes con una mirada alternativa, cuyo concepto de evolución no pasa por la cantidad de colecciones y variaciones que puedan desarrollarse, sino por la calidad y atención a detalles que pueda volcarse en cada prenda.

Isabella Berrutti ha encontrado su voz en el arte ancestral de bordar a mano. Esta habilidad artesanal, combinada con su talento innato para el diseño, le ha permitido destacarse y llamar la atención de expertos y amantes de la moda local por igual. Un evento que grafica esa diferenciación es que Alice Otegui, perteneciente al equipo de docentes de la cátedra en la Universidad ORT donde cursó la licenciatura, le solicitó la ejecución de su propio vestido de casamiento.

Lo que distingue a esta diseñadora es su pasión por preservar el arte del bordado a mano en un mundo dominado por el fast fashion. Sus prendas son una oda a la paciencia, la dedicación y la meticulosidad que requiere esta técnica, transmitiendo una sensación de exclusividad que solo se puede lograr a través de un trabajo minucioso como el de esta flamante profesional de 22 años.

Conversamos con ella en la semana de su graduación y en plenos preparativos de viaje a Barcelona donde se radicará en busca de nuevos horizontes.

¿Por qué una carrera en el área de la moda?

Desde chica siempre se me inculcó el arte. Mi padre pinta y dibuja, y a mi abuela materna también siempre se le dió por las manualidades. Así que gran parte de mi infancia, cuando salía de la escuela iba a clases de pintura. Me acuerdo de escuchar la radio en el taller, hay algunas canciones que me remiten a esa época instantáneamente. Pintaba lo que surgía, regalos para mis padres, cosas para mi casa. Las llenaba de colores y brillantina, ¡siempre!.
Unos años más tarde, comencé clases de cerámica. Fue un momento clave, usando mis manos como herramienta y me encantaba.
Con 15 años, creé junto a unas amigas lo que hoy es mi marca, Oceana Studio: un proyecto de bijouterie de autor que mantengo hasta hoy en día y que me permitió conocer un poco más el mundo de la moda. Hice bachillerato artístico, no había nada más que me entusiasmara tanto.

A los 17 años asistí a mi primera clase de corte y confección, con una ex-alumna de la ORT, Francisca Pascale. Ese taller fue un determinante en mi carrera, ya que no solo tenía la oportunidad de crear mis prendas sino que veía los trabajos de mi profesora y sabía que yo también quería hacer eso.

¿Cuál dirías que fue tu mayor influencia para querer dedicarte a la moda?

No tengo recuerdo de en qué momento comencé a consumir moda. Si sé que cuando yo tenía 13 años mi padre adoptó una perra y le puse Cocó, por Chanel. Me acuerdo que tenía un canal en su televisión, que pasaba todos los desfiles de las fashion weeks y con esa edad, y sin entender nada, los miraba siempre.
Un día, él me encontró viendo un documental de la historia de los Jeans Levi´s, un poco inusual para una niña de esa edad. Siempre fui una persona muy observadora, sumamente visual y estética, encantada por todo lo artístico. Esas dos áreas se fusionan en el presente generando mi perfil de moda.

¿En qué te inspirás para diseñar?

Varía un poco dependiendo la identidad que busque en cada proyecto, pero siempre me apasionó la estética romántica y boho fusionada con algunos rasgos del estilo grunge y rockero. Es en el encuentro de esas dos áreas donde logro generar algo diferencial y atractivo para cualquier persona que pueda admirarlo.
Últimamente, reconozco de gran inspiración mis antepasados, los vínculos y las relaciones amorosas. Siempre fui muy apasionada y me atrae el amor como objeto de estudio.

¿Quiénes son tus referentes externos en el rubro? ¿Quiénes te gustan, por lo que hacen o cómo lo hacen?
(Ejemplos de afuera y alguien de acá que destaques.

Si hablamos de diseñadores internacionales, mi favorita sin dudas es Isabel Marant. Creo que tiene una estética muy similar a la mía, no hay colección que no me encante. Ella se identifica como “parisian chic”. Una mujer actual, y osada, que fusiona texturas y estampas, con cortes innovadores. A la vista parece descontracturada y desarreglada pero todo en su imagen está perfectamente planificado.
En cuanto al diseño local uruguayo, admiro mucho a Alexia Berthelemy. Ha sabido diferenciarse en un mercado acotado, donde las personas no suelen destacar. Tiene un estilo que no duda en mezclar estampas y colores en un look, pero siempre de una manera ordenada, y sabe comunicarlo muy bien.

 

¿Qué ves de positivo en la industria de la moda acá y qué le faltaría para mayor proyección?

Lo positivo es que al ser un país chico con pocos habitantes, es fácil hacerse un nombre y triunfar, encontrar un nicho, interpretar qué falta y diseñar para ese sector.
Igualmente, creo que hay deuda a nivel de ejecución, de materia prima, fábricas y personas especializadas. (N. de R: El auge de diseñadores y creativos jóvenes locales es paradójicamente posterior a una época de gloria de industrias textiles en el país que vendían sus productos internacionalmente reconocidos por su calidad. Hoy en día hay excepciones en diseñadoras como Gabriela Hearst que han logrado reunir ese valor agregado de materia prima y mano de obra en sus colecciones).

El diseño 100% a nivel local es muy difícil y caro de obtener. El uruguayo no es un cliente que apueste a la moda, tiene una estética muy minimalista que no permite a los diseñadores generar propuestas innovadoras.

¿Qué camino de diferenciación te gustaría transitar en el rubro? ¿Qué aporte te gustaría hacer desde tu rol en la industria?

Encontré en el bordado una identidad que me apasiona que es el “One of a kind”. Entender la necesidad de sustentabilidad mediante la generación de piezas únicas, hechas a medida para una persona. En un mundo de inmediatez y copia repetida, es poner una pausa y generar una pieza singular. Es volver a las raíces de la moda y la indumentaria, y comprender el valor de una pieza por sí misma. Una prenda hecha 100% a mano, con más de 50 horas de trabajo. Creo que hoy en día, nada tiene tanto valor como eso.

¿Por qué el bordado? Es algo que te gustaría trascendiera y perfeccionarte o es solo un camino como otros de exploración distinta en tu generación por ejemplo?

El bordado me dió una identidad, y me permitió diferenciar mi diseño de otros. Es una herramienta que fusiona mi gusto por lo artístico y lo manual y me gustaría que estuviese presente y dé carácter de una forma u otra en todos mis diseños.  Me apasiona saber que cualquier persona puede admirar una pieza por su valor manual más allá de qué función cumple realmente ese producto. Tiene el valor de una pieza artística en sí misma.

¿Qué tipo de indumentaria te gustaría que se reconociera como tuya, destinada a quiénes y con qué características?

Mi trabajo es para mujeres, de todas las edades, hecha a medida y con la importancia de ser un producto único. Algo imposible de duplicar, una pieza artística, como un lienzo.

En tu corta trayectoria ya has hecho vestidos de novia, ropa para fiestas y eventos, y tenes una tienda de accesorios. ¿Te definís como emprendedora? Cuáles han sido los obstáculos mayores que has transitado como tal?

Siempre tuve un espíritu emprendedor, siempre me gustó crear, y si, también vender. Me gusta estar en todas las etapas de diseño, desde lo manual de la creación a la parte más visual, de redes y comunicación. Creo que es muy importante para una marca y cada producto, la comunicación de cada producto y su proceso, especialmente en este caso que lo último tiene alta significación y relevancia en el resultado. El concepto y proceso detrás hace toda la diferencia y hay un público que lo aprecia y consume.
En mi caso, empecé desde muy chica, lo hice porque me divertía, con la ventaja de ganar experiencia y conocimiento sin tanto riesgo. No creo que haya habido ningún obstáculo en sí, todo lo que fue sucediendo en el correr de estos años, me formó como la profesional que soy hoy y tengo una dinámica de trabajo con mucha disciplina y dedicación que me ha permitido avanzar en todo momento.

¿Tiene Isabella un estilo definido para vestirse?

¡Esta es la pregunta más difícil! No me gusta encasillarme, soy una gran consumidora de tendencias y me gusta jugar. Es un canal de comunicación muy importante para mi y elijo variar considerando el momento de mi vida y las distintas ocasiones. Creo que todos deberían disfrutar el vestirse como ritual de representacion personal y tratarlo como tal.

¿Cómo concebís la moda en general y el rol del diseñador en particular?

La moda puede considerarse como algo muy frívolo pero está claro que es todo lo contrario. Es la herramienta visual más importante al observar a alguien. Es un arma de doble filo, de comunicación instantánea, que te acompaña en todo momento y te identifica. 
Como diseñadora, me apasiona crear un producto que alguien quiera consumir y es estimulante siempre saber que alguien se siente identificado con algo realizado por mí y que lo lleve como representación personal.

En otro órden, ¿qué lugares te gusta visitar en tu ciudad natal Montevideo o el interior y por qué?

Mi casa de verano en Solis. Me trae muchos recuerdos de mi infancia, y me gusta mucho conectar con la naturaleza de ahí, los árboles, los animales y la playa. Es un lugar que asocio mucho con veranos en familia muy disfrutables que llevo en el corazón.

¿Un lugar especial que recuerdes de algún viaje que hayas hecho y por qué?

En el verano del 2019 hice un curso de alta costura en París. Fue mi primera experiencia sola fuera de Uruguay y pude sentirme parte de otra ciudad. No conocía París y me encantó. Una ciudad que por donde mires, está llena de valor cultural y artístico. En el curso, conocí a personas de todo el mundo con inquietudes  similares a los míos. Fue una experiencia corta pero de gran crecimiento personal y profesional.

Esa experiencia se trató de un curso de Haute Couture dictado en el Instituto Marangoni en Paris, un Short Summer Course de 3 semanas, donde estudiamos la historia de la alta costura, el funcionamiento de las fashion weeks y cómo se desenvuelven las empresas de moda de lujo. Fue una experiencia muy enriquecedora ya que pude compartir con alumnos de todas las edades y nacionalidades mucho intercambio de información, con acceso a visitar por dentro grandes marcas de lujo locales como Balmain y Chanel

¿Qué considerás innovación en moda hoy en día y qué pensas que lo será en el futuro?

Para mi la innovación está dada al romper con el fast fashion que se apoderó del mercado. Concebir la moda de otra manera, ya sea volver a sus inicios o pensar en el futuro. Apostar a la sustentabilidad de una forma distinta. La realidad virtual está muy presente y creo que de a poco se va a comenzar a generalizar. No creo que existan límites reales en cuanto a la moda en un futuro.

Te recibiste recientemente y estás comenzando una etapa en Barcelona, ¿qué expectativas y objetivos tenés allí?
Si! Quiero continuar creciendo a nivel profesional. El mundo tiene muchas opciones para explorar y en Uruguay es difícil evolucionar en este rubro pensando en algo grande. Estoy en un momento de mi vida indicado para irme y probar cosas nuevas, conocer  personas y lugares que me identifiquen y definan. O que no, y me desafíen.
Inicialmente me gustaría trabajar como diseñadora y continuar mis estudios profundizando en algún área, o quien dice, abrir mi marca en Barcelona. Intuyo que todo va a fluir una vez esté allá, pero tengo mucha hambre y ganas de crecer.

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