El Arte como una creación compositiva extraordinaria, con gestos, colores o perspectiva de belleza.

Por Artepoesia

Para amar el Arte hay que comprender la geometría artística de la belleza. La belleza puede existir aislada, o la geometría puede ser equilibrada..., pero, tan solo el Arte combinará ambas cosas para hacer de ellas algo especial que brille a nuestros ojos ávidos. ¿Existe algo más creativo en el mundo que pueda separar, sin alterarlo siquiera, el sentido del mensaje con el mensaje del sentido...? El mensaje, el sentido... Porque no es lo mismo el sentido del mensaje que el mensaje del sentido... En el Arte, ambas cosas se darán. Pero, sin embargo, será el mensaje del sentido lo que más persistirá en el Arte. ¿Qué es el mensaje del sentido? Aquí manejaremos ahora la doble significación de la palabra sentido, por un lado finalidad, por otro lado sentimiento. En el sentido del mensaje es la primera acepción, la finalidad; en la segunda, en el mensaje del sentido, es el sentimiento. Pero, ¿qué es más definitivo en el Arte, la finalidad o el sentimiento? Es evidente que el sentimiento. Pues la finalidad, como ya lo enunciaría el filósofo Kant, no es una característica esencial de la estética ni, por lo tanto, del Arte. Así que nos quedará el sentimiento. Es decir, lo que se siente ante una expresión determinada, es este caso ante la imagen compositiva de una concreta obra de Arte, la del año 1635 del pintor italiano Massimo Stanzione, El Nacimiento del Bautista anunciado a Zacarías.
El mensaje está claro, según el evangelio un ángel se le aparecería a Zacarías, un levita judío de Jerusalén, para anunciarle que su mujer -ya de avanzada edad- se quedaría encinta y daría a luz a un niño, al que debía llamarle Juan... En pleno Barroco contrarreformista la escuela italiana de Stanzione, verdaderamente una escuela completa de toda la pintura barroca italiana de la primera mitad del siglo XVII, acabaría utilizando un mensaje teológico para llegar a componer obras de Arte de una sentimentalidad maravillosa. Los colores son prodigiosos aquí, resaltarán decididos entre la clásica alineación de monótonas tonalidades terrosas. Porque veremos ocres, azules, encarnados y verdes... Veremos rostros también, retratos aislados en una composición única que llevará la mirada del observador desde el ángel a la espalda de la mujer que, difícilmente, subirá el escalón alargado que matiza aquí la horizontalidad más genial del encuadre. Perspectiva, interior y exterior, seres humanos, muchos seres humanos, casi no podemos saber cuántos con certeza. Sin embargo, esa multitud no deslucirá el encuadre compositivo. Porque es el ángel, la mujer de espaldas, Zacarías y la joven de perfil que mirará decidida la escena prodigiosa. El resto, que existe, que está ahí, solo será justificado ahora por el labrado maravilloso del querubin de la pila.  
Massimo Stanzione (1585-1658) se inspiraría siempre en todos los grandes creadores italianos que le antecedieron. Por eso él no acabaría nunca de definirse en estilo concreto alguno. Sin embargo, Stanzione conseguirá hacernos descubrir siempre la belleza en todas las creaciones que llevara a cabo con su Arte. Porque retrataría la belleza destacada de Caravaggio, de Carracci, de Reni, pintores italianos del Barroco temprano que supieron combinar belleza con innovación, gestos dramáticos con maneras sutiles, o colores perfilados con tonalidades llenas de emoción. Sus obras consiguen llevar la belleza del sentimiento a un nivel que ninguna otra característica, estética o ética del Arte, podrá superar con la arrogancia que algunos creadores hicieron -intentaron- de una cualidad apenas existente de aquel mensaje artístico. Porque el Arte es lo único que procede del sentimiento y va a parar al sentimiento... Ver las obras de Stanzione es comprender, por ejemplo, hasta que punto reunir elementos dispares en un conjunto estético, es la mayor grandeza que el ser humano haya podido realizar para entender que su combinación plástica no es más que un motivo de belleza, de pura, necesitada, armoniosa y divina belleza. 
(Óleo El Nacimiento del Bautista anunciado a Zacarías, 1635, del pintor barroco Massimo Stanzione, Museo del Prado, Madrid.)