El arte de contar historias: de las cavernas a Netflix

Publicado el 29 julio 2020 por Mj Sol

El contar historias es algo innato en la humanidad. Ya se hacía en las cavernas y se sigue haciendo hoy en día. Durante milenios fue el relato oral, después ideamos la escritura y nuestras narraciones, reales o ficticias, se convirtieron en teatro. Con la imprenta el mundo se llenó de libros. Pero siempre fue por nuestra necesidad y nuestro deseo de contar y de que nos cuenten. Hay cosas que no cambian.

El buscar respuestas a nuestras preguntas, el tratar de averiguar el porqué de las cosas y el crear inventos y artilugios también es algo inherente a nuestra especie. Y si combinamos ambas cosas, la narración con los artilugios, nos encontramos que algo tan maravilloso como el cine tenía que llegar para quedarse, aunque sus propios inventores, los hermanos Lumiére, pensaran que solo se trataba de una moda pasajera. Algo parecido ocurrió cuando se anunció que se iban a rodar películas sonoras. Muchos creyeron que sería un fracaso o, simplemente, una novedad de la que el público se cansaría pronto. Pero el éxito de El cantor de Jazz (1927) fue el principio del fin del cine mudo. La gente quería películas habladas y la radio pisaba fuerte con la emisión de sus programas de noticias, música y entretenimiento. Poco tiempo después, la televisión empezó a causar furor. En 1937 fue un completo éxito en la Exposición Universal de París y la mayoría de los países comenzaron entonces sus retransmisiones, que se reanudaron tras la interrupción sufrida por la Segunda Guerra Mundial.

Sala de cine.
Jorge Simonet.  Wikipedia.

Fueron muchos los que creyeron que la televisión reemplazaría a la radio y que los locutores y cantantes de más éxito radiofónico vivirían un declive similar al de algunas de las glorias del cine mudo. Todos recordamos lo que nos decían The Buggles en su Video killed the radio star (1979). Incluso hemos sido testigos de cómo se creaban grupos musicales que eran solamente fachada, ya que cantaban otras personas.

También se pensó que la televisión sustituiría al cine, pero se equivocaban, ya que la gente seguía prefiriendo ver las películas en la gran pantalla. Entonces nadie lo sabía, pero quien estuvo cerca de eclipsar a las salas de cine fue el videoclub. Su reinado duró varias décadas y durante ese tiempo vimos cómo cerraban salas de cines en todas las ciudades. En 2004 había más de 7.000 videoclubs en España, pero vieron peligrar su negocio cuando el más internacional y famoso, todo un referente que incluso creó un término, Blockbuster, se retiró del mercado español en 2006. En 2019 tan solo sobrevivían 300 videoclubs en todo el país. Se puede decir que internet le ganó la partida al videoclub, o más bien, fue la piratería la que lo consiguió y el surgimiento de un nuevo modelo de ver cine: las plataformas digitales.

En este momento es la propia industria cinematográfica la que se siente en peligro ante Netflix, HBO o Amazon. Estas plataformas digitales, que han logrado crear un catálogo de series nunca antes visto en televisión y que las grandes estrellas dejen el cine para pasarse a la pequeña pantalla, suponen una amenaza para Hollywood, porque ahora también producen películas. Proyectos rechazados en la Meca del Cine han visto la luz gracias a las plataformas digitales y han sido premiados en los grandes certámenes internacionales. Ahora las películas se crean, producen y estrenan en Netflix directamente. Esto no quiere decir, porsupuesto, que todo lo que hacen tenga un gran valor artístico, pero ha conseguido que disminuya la afluencia de público en los cines. Tanto es así que el Festival de Cannes estableció la norma en 2018 de que no podrían presentarse a concurso aquellas películas que no se estrenaran en cines y permanecieran en cartel el tiempo mínimo estipulado. Y a Cannes le siguieron el resto de festivales rápidamente.

pxfuel.com Dominio público.

Los tiempos cambian, pero muchas cosas sobreviven. Pensamos que la televisión acabaría con la radio y con el cine, pero no ha sido así. Antes solo podíamos oír un número limitado de emisoras y programas. En estos momentos podemos escuchar cualquier programa radiofónico del mundo cuyas ondas no llegarían hasta aquí, pero están en internet. Algunos cantantes han encontrado su oportunidad al colgar uno de sus temas en las redes y los espectadores ya no tenemos que esperar toda una semana a que llegue el día y la hora de la emisión de nuestra serie favorita porque la encontramos bajo demanda para hacer un maratón cuando nos apetezca.

En estos tiempos que vivimos la tecnología está siendo una gran aliada: nos mantiene comunicados con los nuestros (videollamadas) e informados. Tuvimos que dejar de ir al cine y al teatro, pero continuamos necesitando historias. Aquí han estado los libros, la radio, la televisión, internet y las plataformas digitales para ponernos las cosas más fáciles. Pero, aunque este no sea el mejor momento, la gente ha vuelto al teatro y al cine. Seguimos necesitando contar y oír historias. Simplemente, encontramos más formas para hacerlo.


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