El beneficio del paciente y la eficiencia terapéutica, objetivos de las nuevas estrategias de riesgo compartido

Por Fat
Las estrategias de riesgo compartido más novedosas apuestan por la personalización en el seguimiento de la eficacia farmacológica. Con el paciente y su calidad de vida en el foco de atención, las nuevas alternativas podrían poner en práctica una metodología lineal y proporcional, que permite una optimización de los costes en función de los resultados reales de salud que se observan en los individuos sometidos a tratamiento. Con estos nuevos acuerdos de riesgo compartido, que priorizan la innovación y la adaptabilidad según objetivos y medios disponibles, se reduce la incertidumbre asociada a la eficacia esperada de una intervención farmacológica y su financiación.
Éstas son las principales conclusiones del simposio “Riesgo Compartido: Presente y Futuro”, organizado por UCB Pharma y Laboratorios ROVI, en el seno del 56º Congreso Nacional de la Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria celebrado recientemente en Santiago de Compostela.
Las propuestas de riesgo compartido podrían definirse como acuerdos donde se regulan algunas incertidumbres y se comparten riesgos entre los sistemas sanitarios y los proveedores de medicamentos. En estos acuerdos, el financiador y la industria farmacéutica asumen este papel principal. Con ello, se pretende reducir la incertidumbre del financiador y alinear los objetivos entre los proveedores farmacéuticos y la administración sanitaria. Al mismo tiempo, se pretende favorecer el acceso de la población a los nuevos tratamientos y fomentar un uso eficiente de los recursos farmacológicos disponibles.
En relación al contexto europeo en materia de riesgo compartido, el economista Pedro Gómez Pajuelo, Subdirector General Adjunto del Instituto de Salud Carlos III y participante en este debate, se refiere a este tipo de acuerdos como herramientas para optimización de costes en la provisión y financiación de los medicamentos en el sistema nacional de salud. En opinión de Gómez Pajuelo, asistimos a “un momento estratégicamente óptimo para abordar algún tipo de acuerdo a nivel europeo”. De hecho, según asegura el economista, la Comisión Europea establecía un cronograma el pasado mes de abril, con cierre previsto en 2014, con el que pretende lograr la participación consensuada de los países miembros de la Unión Europea en materia de sostenibilidad de los sistemas sanitarios públicos.
-Nuevas tendencias en riesgo compartido: el paciente en el centro
Las nuevas propuestas de riesgo compartido priorizan la respuesta directa de salud del paciente y el grado personalizado de eficacia de los tratamientos. Se trata de los denominados “acuerdos de pago por resultados reales”, como un paso más, cuando sea posible, al modelo asociado a las estimaciones de eficacia farmacológica basado en ensayos clínicos, con poblaciones determinadas de pacientes. Sin embargo, en opinión del Dr. Miguel Ángel Calleja, Jefe del Servicio de Farmacia del Hospital Universitario Virgen de las Nieves de Granada, “en algunas ocasiones, los resultados que obtenemos en los pacientes en los ensayos clínicos, no son iguales, ni siquiera similares”. En el marco de esas circunstancias de incertidumbre, es cuando “se plantea un acuerdo proporcional al resultado en salud que tiene el paciente”.
En opinión del Dr. Calleja, las bases de este tipo de estrategias de riesgo compartido revierten en un mayor seguimiento al paciente y un conocimiento más personalizado de la eficacia final del tratamiento farmacológico aplicado. Por otro lado, continúa el Jefe del Servicio de Farmacia del Hospital Universitario Virgen de Granada, “podemos modular los costes de forma lineal y proporcional”.
En la misma línea de priorizar la personalización de estos convenios de adquisición farmacológica por parte de las instituciones sanitarias, Pedro Gómez Pajuelo insiste en la idea de que “un acuerdo de este tipo debe perseguir, en primer término, la mejora del estado clínico del paciente”. Con ese propósito “en segundo término, deberemos facilitar los tratamientos con los que esos pacientes puedan encontrar mejores resultados”. “Sólo en un tercer lugar, asegura el Subdirector General Adjunto del Instituto de Salud Carlos III, consideraríamos la sostenibilidad del sistema”.
Según este economista, especializado en temas sanitarios, “en la estrategia de riesgo compartido basada en resultados reales de salud, la mejor manera de optimizar los costes es que seamos capaces de identificar de una manera más precisa cuáles son los pacientes para los que los nuevos fármacos pueden producir mejor eficiencia”.
Aplicabilidad de estrategias de riesgo compartido: áreas de interés y barreras
En cuanto a la aplicabilidad de las estrategias de riesgo compartido, el Dr. Calleja apunta una serie de criterios a la hora de elegir los medicamentos que pueden adscribirse a estos acuerdos en la provisión y adquisición de soluciones farmacológicas, por parte de las distintas comunidades autónomas. “Por un lado, declara el Dr. Calleja, suelen ser medicamentos de alto impacto económico sobre los que puedan determinarse variables concretas y rigurosas en la medición de su eficacia terapéutica para evitar la subjetividad”. En cualquier caso, apunta el especialista, “es muy importante lograr la implicación tanto de los clínicos que llevan a cabo el seguimiento del paciente, como del servicio de farmacia y la dirección del centro hospitalario”.
Entre las principales áreas de interés de los acuerdos de riesgo compartido cabe destacar las que se refieren a una reducción de la incertidumbre en la efectividad de los tratamientos y en las decisiones de financiación. Otro de los propósitos que persiguen estas estrategias es lograr una convergencia de los objetivos entre industria y administración, así como favorecer la innovación. Al respecto de este último aspecto, Pedro Gómez Pajuelo advierte que “o somos capaces de casarnos con las tecnologías en estas modalidades o difícilmente podremos implementarlas”. Dado que son acuerdos que precisan de un control exhaustivo y un seguimiento muy puntual de los pacientes, el Subdirector General Adjunto del Instituto de Salud Carlos III asegura que “encontraremos mucho más beneficio, en esa labor de seguimiento, en la medida en que seamos capaces de acercarnos a las TIC’s para llevar a cabo esas evaluaciones”.
Por último, las principales barreras a la aplicabilidad de las nuevas estrategias de riesgo compartido son, en secuencia cronológica, según el Dr. Calleja: “que el proveedor acepte el acuerdo, para lo que habrá que plantearle opciones de rentabilidad, así como acotar el riesgo con vistas a una proporcionalidad en la respuesta”. En segundo término, “encontramos el coste del seguimiento que, evidentemente, es mayor que en la vía tradicional por precisar de un mayor número de recursos humanos para llevar a cabo un seguimiento tan especial”.