La pregunta clave es si existe margen para hacer negocios nuevos en Internet (no entran aquí modelos transplantados desde el mercado analógico tradicional). En los que triunfan mediante tecnologías esclavas siempre queda la duda de si su éxito se debe a la tecnología esclava (en el monopolio que se establece entre el propietario de esa tecnología y el usuario/consumidor que la emplea) o a la calidad del producto o servicio. En cambio, quienes apuestan por plataformas tecnológicamente abiertas --lo repito post sí post también-- y salen adelante está claro que el beneficio tiene que estar en el servicio (suena bien como eslógan), porque la tecnología está a disposición de cualquiera, de la competencia incluso. De momento la experiencia demuestra que, por muy audaz y original que sea la idea, al poco llega otro y ofrece lo mismo pero gratis o aprovecha el tráfico generado para hacer negocio con la publicidad. Hasta que la crisis global hizo su aparición, el único modelo que funcionaba de forma independiente y con tendencia a la estabilidad y al crecimiento era el de la publicidad (y lo hacía calcando las pautas de su predecesor analógico). Pero en cuanto el ciclo descendió también lo hizo la inversión en publicidad, lo que lo convierte en algo demasiado volátil y vulnerable. Así que seguimos sin modelo.
¿En qué términos se montará el debate si esto llega a suceder? Será una batalla entre gigantes en la que el usuario/consumidor habrá sido barrido del escenario, puesto que ya no posee copias ni puede adquirirlas. Los imperios mediáticos que ahora conocemos sin duda mutarán y otros vendrán a sustituirlos; y yo me pregunto qué pautas de consumo cultural adoptará el usuario/consumidor como reacción a esta radical modificación del paisaje. Partiendo de la base de que prácticamente nadie planifica su ocio, y por tanto los mayordomos digitales están abocados al fracaso o a limitarse a ser una rareza para pedantes (la televisión a medida y los canales temáticos son el primer esbozo de semejante callejón sin salida), me atrevo a asegurar que regresaremos a la época de los grandes conglomerados mediáticos generalistas --gratuitos, en abierto y sufragados total o parcialmente con publicidad-- que ofrecerán un incensante flujo de streamings sobre los que la gente irá saltando sin descanso, orden ni concierto. Habrá que inventar un nuevo término para designar el zapeo sobre streaming.