Dada la escasez de composiciones del protagonista de esta magna exposición, y con gran acierto por parte del personal del Museo del Prado, en la muestra podemos contemplar también obras de pintores contemporáneos suyos o procedentes de su taller, lo que nos proporciona una visión más completa de la época en la que vivió y de la gran influencia que tuvo en muchos de ellos. Es verdad que ahí radica otra de las controversias de su obra, la de poderle adjudicar la autoría de alguna de sus pinturas, pero ese es sólo otro de los debes a una vida (en apariencia) tranquila en su Hertogenbosch natal. Dudas que han sido disipadas de una forma brillante por la comisaria de la exposición, Pilar Silva Maroto que, entre otros muchos aciertos, ha dispuesto, las tablas más conocidas y prestigiosas del artista, en pedestales que se asemejan a divanes en forma de S tumbada que, aparte de permitir a un mayor número de visitantes contemplar los cuadros a la vez sin interrumpirse el campo de visión los unos a los otros, nos deja al descubierto otra de las características de los trípticos, las parte exterior de las puertas de cada una de ellos que, al ser expuestas para su contemplación, nos proporcionan no sólo el contraste entre el interior y el exterior de las tablas, sino también, la posibilidad de disfrutarlas al completo, igual que si se nos estuviese revelando un secreto. Un enigma (en esta ocasión desvelado) que, sin duda, acrecienta el carácter enigmático de este misterioso artista que, a buen seguro, nunca fue consciente de su relevancia en la Historia de la pintura más universal, pues ese es uno de los mensajes que subyace en sus pinturas: el de la universalidad. El Bosco, de algún modo, traspasó la barrera del tiempo (como los personajes de sus pinturas), pues fue un pintor que se adelantó a su tiempo, y que posteriormente fue reivindicado por otros artistas o movimientos artísticos, como por ejemplo el surrealismo, logrando de este modo, desdoblar su genialidad a través de la brillantez de la fantasía presente en su obra.
Ángel Silvelo Gabriel.