No hace mucho tiempo una de nosotras tuvo una cena con amigos bastante agradable, como suele ocurrir en estos casos. Buen ambiente, ricos manjares, conversación continuada, cotilleos sin malicia (si es que existen)... Después de muchas risas, gestos, sensaciones y mordiscos llegaron los postres. La de nosotras, que estaba a dieta por aquel entonces (porque no queremos dejar que un par de kilos se conviertan en quince), no pidió ninguno de las ricas tartas que, ante sus desorbitados ojos, iban pasando a situarse ante cada uno de los comensales. Pero la vista de la susodicha no seguía con codicia tanto esos dulces como el remate que los adornaba..... Una pequeña varita de madera con un precioso cristal biselado en forma de mariposa o de flor culminaba los platos finales. No pudo reprimirse la interfecta. Se lanzó a todos los platos en los que yacían, en el borde y con los restos de los postres ya engullidos por sus amigos, esas maravillas banderillas acristaladas. Las envolvió todas en una servilleta de papel y ¡para su casa que fueron! Tenían ya su sitio desde su descubrimiento en el restaurante. Adornarían todas y cada una de las pequeñas macetas que inundan el salón del hogar. Foto Foto Porque nos encantan las plantas adornadas, siempre buscamos con qué hacerlo. Y vosotr@s, adornáis vuestro particulares bosques animados?