Los autores explican el fenómeno basándose en estudios con Resonancia Magnética Nuclear. Parece que las personas que no fruncen el entrecejo debido al Botox tienen menos actividad en una zona del cerebro denominada “amígdala”. Esta conexión parece mediada a través del nervio trigémino, que une el entrecejo con la “amígdala”, zona del sistema nervioso central que controla respuestas como la ansiedad y el miedo. Según los autores del estudio si una persona no puede fruncir el entrecejo entonces el cerebro detecta esta falta de actividad, con lo cual no se desencadenan respuestas como la ansiedad o la depresión. Creo que el tratamiento de la depresión no debe evidentemente basarse en el uso de Botox, pero los resultados de este estudio me parecen interesantísimos. En condiciones normales existe una conexión entre emoción y expresión. Con el Botox rompemos esta conexión. Entonces, ¿determinadas emociones que sentimos, si no podemos expresarlas mediantes gestos, tienden a desaparecer? Interesante pregunta.
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