El brote del virus del ébola, la vacuna y la dejadez de gobiernos e industria

Por Miguel @MiguelJaraBlog

Como podéis leer estos días, está produciéndose un “resurgimiento” del virus del ébola en África. Han muerto ya unas 1.000 personas en los últimos meses. La Organización Mundial de la Salud (OMS) comienza a gestionarlo en plan policial como ya hiciera con la pandemia de Gripe A que por suerte nunca fue. Pero tranquilos que los expertos cuentan que el virus no tiene  previsto viajar a Europa.

Ébola en Guinea, foto de Médicos sin Fronteras (MSF).

Cuando una persona se contagia de ébola tiene varias opciones. La terapia con anticuerpos, un suero que neutraliza el virus.

Se obtienen buenos resultados pero hay que obtenerlo de pacientes que se han contagiado pero no han fallecido y escasean.

Otra opción serían los antivirales pero aún no se ha encontrado ninguno realmente eficaz.

Como en otros virus, una solución podría ser una vacuna ad hoc. Pero para comprobar si una vacuna funciona en humanos hay que vacunar a alguno y tras ello inyectarle el virus. Si la vacuna no funciona esa persona muere lo que plantea un problema ético. Estos días se ha anunciado que en Estados Unidos comenzarán a probar en voluntarios una vacuna en septiembre.

Pese a que el ébola apareció en la década de los años setenta del siglo pasado aún no existe una vacuna para combatirlo en las poblaciones afectadas. Sierra Leona, Guinea, Liberia y Nigeria no están en el mapa de países interesantes desde el punto de vista económico para quienes hoy ostentan la hegemonía de la investigación biomédica, los laboratorios farmacéuticos occidentales.

La carencia de una vacuna eficaz y segura además de necesaria contrasta con la enorme oferta de vacunas, muchas de ellas innecesarias, que contamos en Occidente. Lo que aquí sobra allí falta. En nuestros sistemas sanitarios podemos encontrar vacunas cuya necesidad cuando menos está en entredicho si no es absurda, como la de la gripe, la del papiloma humano, el rotavirus, el neumococo o la varicela. En los citados países una vacuna contra el ébola sería esencial.

Este es otro ejemplo de lo que ocurre cuando la salud de las personas cotiza en el mercado. En los países occidentales hay dinero o se justifica el gasto para vacunas porque hay industrias dispuestas a investigar y desarrollarlas ¡aunque esos productos no hagan falta! En África hay necesidad pero no industrias interesadas pues podrían no cubrir siquiera gasta de I+D.

Está claro que una empresa investiga lo que le da la gana, sólo faltaría. Pero también es cierto que en una sociedad normal -y cada cual que entienda también lo que quiera por normal- las empresas se crean con algún objeto “social”.

Debemos preguntarnos qué papel juegan nuestros gobiernos, las administraciones públicas.

Estas, al no investigar apenas para cubrir necesidades como la que nos convoca hoy deja esa función en industrias privadas que ni por humanismo, ni siquiera por el egoísmo de crearse un valor añadido de “solidaridad” con el que jugar en el mercado, son capaces de interesarse.

Otros explican, con razón, que el fracaso para encontrar una vacuna contra el virus del ébola se debe a la “bancarrota moral” de la industria farmacéutica para invertir en una enfermedad, ya que hasta ahora solo ha afectado a la gente en África.

Esto, sobre todo, es un problema de dejadez de funciones de los gobiernos y hasta que el virus no decida visitarnos no actuarán. Quizá cuando sea tarde.