El principal problema que genera el cambio clímático es que todavía es una materia que requiere credibilidad. La evidencia científica ha sido cuestionada desde diferentes esferas del conocimiento y, sobre todo, desde esferas políticas para quienes algunas realidades deben adapatarse a su conveniencia. Existe aún una gran distancia entre los catastrofistas y los negacionistas. Los de enmedio albergan dudas y, a menudo, optan por ignorarlo.
Desde aquí no vamos a despejar esas dudas. En lo relativo a las creencias entendemos que cada cual puede creer lo que le apetezca y que procuren evitar no hacer proselitismos porque, como tantas cosas de la naturaleza, hay que respetar las libertades. Esas libertades han sido notablemente abusadas, sobre todo desde los poderosos, individuos o países, y hacia los que lo son menos. Que limitar las talas en la Amazonía o en Africa Central, después de haber deforestado una buena parte de Occidente se sostiene mal. Aún me puedo excusar de que, en la parte del mundo donde vivo, hemos pasado de tener el 35% del territorio con bosques hace 50 años, a disfrutar ahora de un 65% de superficie arbolada. Pero eso sólo es mérito del traspaso de la población rural a las ciudades y del cambio de modelo de producción agricola de subsistencia a intensiva (o sea, a dejar de vender el vino en barricas de 200 litros, a venderlo en botellas de 75cl con una etiqueta de diseño treinta veces más caro).
Lo que queda entre las dudas es cuanta parte del cambio clímático es antropogénica. Y por lo tanto, cuanto podamos los humanos hacer para revertirlo. Me parece que pecamos de soberbia en los dos sentidos. Una erupción volcánica como la del impronunciable Eyjafjallajokull islandés puede afectar más la atmosfera que toda la producción de la General Motors desde que empezó a fabricar automóviles en 1908. Y “El Niño” funciona a su aire y sin control posible, afectando las vidas de toda la franja costera del Pacífico de Sudamérica.
Pero y en todo caso, hay que estar informado y, en la medida de lo posible, hacer caso a UNICEF.
X. Allué (Editor)