El proceso de terapia, puede convertirse en un camino largo y duro en muchos momentos. En otras ocasiones sin embargo, el espacio terapeútico facilita experiencias emocionales con un intenso componente reparador.
Esta es una de las razones por las que creo que merece la pena no desistir en el camino de mejora y recuperación emocional, incluso aunque en ocasiones cambiemos varias veces de profesional hasta dar con la figura de ese psicólogo o psicóloga que favorece la creación de un espacio seguro que nos anime a avanzar.
Avanzar, avanzar y avanzar… esa es la clave. Pero siempre de la mano de alguien que nos acompañe y ejerza de base segura en el proceso.
El reencuentro con nuestro niño interior es uno de esos puntos de inflexión en la terapia, un momento que abre la puerta a la
reparación de muchas de las heridas emocionales con las que hemos crecido.
Es un ejercicio relativamente sencillo que puede hacerse con la ayuda de alguna foto, o incluso de algún muñeco infantil aunque yo recomiendo realizarlo en cualquier caso con el apoyo de un profesional que nos ayude a dar sentido a esta experiencia y que facilite su integración en nuestro propio proceso de recuperación.
Aqui os dejo un ejemplo de carta a nuestro niño interior tras el reencuentro
…Se que he tardado mucho en llegar pero por suerte y de forma inesperada, hoy hemos conseguido encontrarnos. Y enseguida he visto que ha merecido la pena.
Te diré que encontrarte ha sido un gran descubrimiento y también muy emocionante porque hoy, después de tantos años, entiendo qué es lo que necesitas y me siento segura y preparada para dártelo yo misma.
Sé que has sufrido porque en ocasiones te has sentido sola y también rechazada. Entiendo, que además de toda esa tristeza ha habido en ti mucho, mucho enfado por todo eso que no entendías, por todo eso que te dañaba. Imagino, que algunas otras veces te has odiado, te has cuplado por no poder ser de otra manera para lograr esa protección que necesitabas y que por alguna razón no lograbas. Ahora veo que no podías hacerlo de otra forma porque solo eras una niña.
Hoy, que por fin puedo entenderte y comprenderte, puedo mirarte sin rechazo y llena de ternura hacia ti. Perdoname por todas las veces que sin saberlo, yo también te castigaba, te maltrataba, te abandonaba, te descuidaba.
Gracias, porque a pesar de todo eso decidiste no rendirte y aunque a ciegas, seguiste adelante. Por eso, hoy quiero decirte que no volveré a abandonarte, no importa a quién te parezcas , no importa cómo te sientas, yo estaré a tu lado.
Te quiero y quiero que sepas que tú también eres bonita, tú también tienes buenos sentimientos, tú también sabes cuidarte, divertirte, soñar….
Yolanda Pérez
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