El cambio personal: ¿Qué es, cómo funciona y por qué nos resistimos?

Por Celiadelahoz

Muchas veces habrás utilizado el cambio personal para hablar de personas, cosas o situaciones. Puede que te hayas visto diciendo en distintas facetas de tu vida: “Es que ha o he cambiado” o “necesito un cambio”. Todos hemos experimentado cambios a lo largo de nuestras vidas pero, ¿qué significa realmente cambiar?

¿Qué es el cambio personal?: Definición

Según la Real Academia Española (RAE), cambiar significa “desprenderse de una cosa y recibir o tomar otra en su lugar”, eso es exactamente lo que nos ocurre a nivel individual a cada uno de nosotros cuando cambiamos: soltamos aquello que ya no nos sirve y lo sustituimos por algo que nos llene en su lugar.

Esto ocurre en diversas facetas de nuestra vida, desde a nivel personal, como sentimental, profesional e incluso en nuestras relaciones con familiares y amigos. A nuestro alrededor la vida cambia y con ella, nosotros, también lo hacemos.

Si tuviese que dar una definición propia, sencilla y que todo el mundo pudiese entender diría que


el cambio es lo que ocurre desde que nacemos hasta que morimos.
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No podemos vivir sin él porque vivir implica cambiar y evolucionar en todos los niveles.

¿No me crees todavía?: Te lo muestro

Si te pido que pienses ahora mismo en tu infancia, recuerdes exactamente cómo eras y te compares con tu ‘yo del presente’, ¿te reconoces?

Probablemente tengas otro físico, seas más alto, tengas un cuerpo más adulto, tengas otras preocupaciones diarias, posees otros pensamientos, diferentes amistades, es posible incluso que si te has imaginado con alguien que haya formado parte de tu infancia esa persona tal vez ya ni esté en el mundo… Todo esto significa que… ¿tú no eres tú?

No, esto es tan sólo un ejemplo para demostrarte que aunque tu esencia es la misma, todas las experiencias que has vivido han sido tocadas por el cambio aunque en el momento no fueses a penas consciente.

¿Cómo funciona?: El proceso del cambio personal  

El cambio es un proceso continuo, cíclico e inevitable que experimentamos todos los seres humanos. La mayoría de las veces es impredecible, incontrolable e incluso va en contra de nuestra voluntad. El cambio ocurre en el momento presente aunque solamente podemos observarlo mirando hacia atrás en el pasado o intuirlo mirando hacia delante en el futuro.

Todos los cambios despiertan creencias (pensamientos) y emociones diferentes.

Vuelve a recordar tu infancia, fíjate en tus pensamientos y las emociones que despiertan ahora mismo al volver la mente atrás. Probablemente haya venido a tu mente frases como “qué fácil era la vida entonces, cuánta ingenuidad, ojalá volver atrás…etc” junto con sentimientos de melancolía, felicidad o incluso tristeza. De nuevo, esa transición de tu “yo-niño” a “yo-adulto” fue ocurriendo en cada instante presente aunque solo has sido consciente de ese cambio mirando hacia el pasado o imaginando el futuro desde tu “yo-niño”.

Si no puedo controlarlo y muchas veces no depende de mi ¿Es malo el cambio personal?


El cambio no es bueno ni malo, el cambio es evolución constante e inevitable.
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Sin embargo, mientras que muchos cambios son acogidos con alegría como por ejemplo: un ascenso, comenzar una relación o ganar la lotería; existen cambios que suceden en contra de nuestra voluntad como: perder a un ser querido, ser despedido de un trabajo o hacer frente a un divorcio entre muchos otros.

En estas ocasiones, aunque el cambio ya se haya producido, existe principalmente un rechazo a la situación ya sea mediante una negación de los hechos junto con una carga emocional elevada. La mayoría de las veces, se intenta retroceder el tiempo atrás para poder evitar el cambio, siendo generalmente imposible.

Esta actitud ante el cambio de manera prolongada genera pensamientos y sentimientos no deseados, llenos de frustración, rabia y tristeza. Dependiendo del grado y tipo del cambio se procesará de una manera u otra. Sin embargo,  hasta que no se mire al cambio directamente, entendiéndolo y procesándolo realmente, no se podrá aceptar y por lo tanto, adaptarse a él. A este periodo de tiempo donde se rechazan cambios que ya han ocurrido se conoce como resistencia al cambio.   

Resistencia al cambio: ¿Por qué sucede?

La resistencia al cambio es una de las experiencias más habituales a la hora de aceptar un cambio que ha sucedido en contra de nuestra voluntad y nos perjudica de alguna manera. No obstante, dentro de esta resistencia pueden aparecer dos tendencias usuales: La primera sería el  ‘No quiero’ y la segunda el ‘No puedo’ aceptarlo.

No quiero aceptar el cambio personal

Este tipo de rechazo o procrastinación hacia el cambio sucede cuando aún viendo los aspectos positivos que podría tener en nuestras vidas nos sentimos incapaces de conseguirlo. En ese caso, ese posible cambio se está viendo pospuesto o bien por falta de recursos, ya sea habilidades, apoyo, dinero…etc, o por emociones y sentimientos como el miedo, sensación de fracaso…etc.

A mayores, nuestros pensamientos, como mecanismo de defensa, van a buscar ejemplos mentales de razones por las que no deberíamos aceptar ese cambio, complicando aún más la situación. Es un mecanismo mental al llamamos ‘la profecía auto-cumplida’.

Necesito un ejemplo de esta resistencia al cambio personal

Un buen ejemplo de esta situación podría ser emprender.

Tal vez odies tu trabajo o tienes un sueño en mente que te gustaría llevar a cabo. Lo creas o no, en esa situación ya se ha dado un cambio interno ya eres consciente o bien de que tu trabajo no es lo suficientemente bueno para ti o de que tienes más aspiraciones de las que estás llevando a cabo en la actualidad.

Ese cambio te está diciendo: “No sigas como hasta ahora”. En tus manos está la decisión de aceptar el cambio y o bien buscar otro trabajo que se adapte más a lo que desees, emprender o buscar una manera de seguir trabajando y a la vez satisfacer el sueño de poner en marcha un proyecto personal de forma paralela, aceptando de esta manera el cambio. O, tal vez, optar por la resistencia y el “no puedo”.

En este último caso, tu mente comenzará a generar pensamientos y creencias que avalen tu decisión con el fin de “protegerte” de la incertidumbre con excusas como: Te faltan habilidades, quién te va a hacer caso, no estás en el camino correcto, no tienes suficiente dinero, seguramente fracases…etc. A estos pensamientos se le unirán experiencias negativas de familiares, amigos y conocidos: No se quién montó un negocio parecido y fracasó, el vecino de enfrente dejó su trabajo y nadie le contrató, la prima de no sé quién consiguió sacar su proyecto adelante pero solo le duró unos meses…etc.

A esto debes sumarle una carga emocional fuerte donde te encontrarás removido, frustrado y con ganas de que alguien decida por ti. Tendrás miedo, confusión y a ratos ilusión de cambiar. Es probable que no sepas muy bien qué hacer y cuanto más lo piensas más pedido te encuentres.

Estoy viviendo un “no quiero” ese cambio personal, ¿qué hago?: 10 Pasos para el cambio y entrenar la resiliencia.

Lo primero de todo, respira y busca tranquilidad para pensar.

Lo más difícil ya lo has hecho: admitir que ‘algo’ te bloquea y las ganas de querer ponerle fin.   

Piensa que el cambio al que te resistes, YA HA OCURRIDO, y ahora está en tí aceptarlo o prolongar en el tiempo el sufrimiento de algo que aunque creas que puedes detener ya se ha dado.

Replantea tu situación actual:

1. A grandes rasgos: ¿Qué ha hecho que florezca este cambio?, ¿qué me está empujando a que empiece mi proyecto…etc? Intenta no esconderte en excusas y valorar qué se ha movido en ti para estar planteando esta situación, con qué recursos cuentas (experiencia, conocimiento, ganas…) y cuales te faltan por adquirir.   

2. A nivel pensamiento: ¿Qué me dicen los pensamientos que tengo, me están bloqueando o me ayudan? ¿Cuáles son?

3. A nivel sentimental: ¿Por qué me siento así: por lo que veo o por lo que me digo?, ¿me está dominando el miedo?

4. A nivel motivación: ¿Qué hago para acercarme a donde quiero llegar o a lo que quiero conseguir?, ¿qué pasos estoy dando o he dado?

5. A nivel conductual: ¿Qué estoy haciendo ahora mismo con esta situación: me ayuda en algo de lo que quiero conseguir?

Intenta ver la finalidad del cambio, para qué ha llegado a tu vida: ¿te ha hecho consciente de tu vocación?, ¿te ha facilitado ver que no compartes los valores de la empresa en la que trabajas?, ¿has sido capaz de ver tus habilidades y recursos?, ¿qué no sabrías hoy si no se hubiese producido ese cambio?

Una vez hecho eso, piensa ahora en cómo te gustaría que fuese tu futuro en ese aspecto, siendo lo más realista posible.

Replantea tu situación futura:

6. A grandes rasgos: ¿Qué ha traído este cambio?, ¿qué no sabrías ahora si lo hubiese ignorado? Analiza con qué recursos contarás que antes no eras consciente o no poseías (experiencia, conocimiento, ganas…).   

7. A nivel pensamiento: ¿Qué pensamientos me gustaría tener?, ¿cómo me ayudan o conseguir lo que quiero?

8. A nivel sentimental: ¿Cómo me quiero sentir?, ¿me está dominando alguna emoción?

9. A nivel motivación: ¿Qué me ha motivado a llegar hasta este punto futuro?, ¿qué pasos estoy dando o he dado?

10. A nivel conductual: ¿Qué pasos he dado hasta llegar a donde estoy ahora?, ¿qué he hecho o que debo hacer para llegar a donde quiero llegar?

No puedo aceptar el cambio personal

En este segundo caso, hablamos de cambios mucho más drásticos y con consecuencias irreversibles. Se trata de cambios donde implican a otras personas y sus decisiones han condicionado nuestra manera de percibir el mundo y más concretamente han afectado nuestro concepto de identidad.

Necesito un ejemplo de esta resistencia al cambio personal

Los ejemplos más sencillos para este tipo de resistencia son: el fin de una relación o la pérdida de un ser querido.

La persona que experimenta uno de estos cambios no decide deliberadamente que no quiere aceptarlos sino que siente y cree firmemente que es incapaz de hacerlo. Esto se debe principalmente a la pérdida de una persona que forma parte de nuestra identidad. Cuando pierdes una relación o a una persona a la fuerza, dejas atrás una parte de ti a la que no quieres renunciar.

Si este es tu caso, date tiempo y espacio. No pretendas aceptarlo sin más, necesitarás hacer un duelo e ir poco a poco cerrando las heridas de esa pérdida. Probablemente tengas pensamientos de: ¿por qué a mi?, la sensación de que el mundo está en tu contra o de que no vas a poder salir nunca de esta situación. Estás experimentando uno de los momentos de mayor vulnerabilidad humana.

Estoy viviendo un “no puedo” con ese cambio personal, ¿qué hago?: Comprender lo que estoy viviendo.

Con esta tipología de cambio, lo mejor que puedes hacer es darte tiempo y buscar acompañamiento o ayuda. Son etapas y procesos muy dolorosos, no tienes por qué vivirlo sólo. Para poder aceptar este tipo de cambios ayuda mucho comprender qué está pasando y por qué duele tanto. La respuesta es simple: estás dejando de ser quién eres, influye directamente sobre tu concepto de identidad.

Antes de que sucediese ese cambio probablemente tuvieses claro quién eres y lo que esa persona significa en tu vida. Sin embargo, tras el cambio, sientes que una parte de ti se ha visto “dañada”. Por ejemplo, si has perdido a un hermano o hermana has dejado atrás el concepto o rol de hermano o hermana de X persona, esa persona que has perdido era la que te ‘otorgaba’ ese papel en la vida.

Por eso, afecta directamente a tu concepto sobre ti, quién eres ahora sin esa persona, y cómo te relacionas con el mundo, debes en estos momentos darte el tiempo necesario para pensar sobre quién serás a partir de ahora y cómo te gustaría enfrentarte a la vida en adelante.

El cambio personal: una oportunidad para crecer

Como has podido comprobar a lo largo del artículo


el cambio es un gran desconocido y una de las mejores oportunidades que tenemos para crecer
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Enfrentarte a él para aceptarlo solamente depende de ti aunque puedes optar por vivirlo acompañado de la mano de un coach o un especialista en el manejo del cambio. ¿Y tú: cómo vas a vivir tus cambios de ahora en adelante?

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