El cáncer de mama no sólo afecta a las personas que lo padecen, también irrumpe en la vida de sus parejas. Un nuevo estudio, publicado en 'Journal of the American Cancer Society', revela que cuando a ellas les diagnostican un tumor de este tipo, ellos tienen mayor riesgo de desarrollar trastornos afectivos, a veces de tal magnitud que requieren ingreso hospitalario.
"En mi experiencia clínica, muchas mujeres me cuentan que a sus parejas ya no les apetece salir con sus amigos, tampoco hablan con ellos por teléfono, les notan angustiados, preocupados, apáticos...", expone Carmen Yélamos, psicooncóloga y directora de la Fundación del Instituto Madrileño de Oncología (IMO).
Por su educación, continúa la especialista, "no son muy dados a pedir ayuda o ir al psicólogo [...] Al principio, intentan minimizar sus miedos (a perder a su pareja) y sus preocupaciones constantes por que ella se encuentre bien". Pero con el tiempo, "esto repercute en su estabilidad emocional y va surgiendo la tristeza, la pérdida del sentido del placer, la irritabilidad, la depresión...". Algunos hombres sufren trastornos de bipolaridad, es decir, experimentan una sucesión de fases de exaltación del ánimo y de tristeza profunda.
Ahora, un nuevo estudio se hace eco de esta realidad, concretamente de la frecuencia con la que las pareajas masculinas requieren hospitalización por desórdenes afectivos, es decir, por depresión y por bipolaridad.
Según sus conclusiones, los hombres a cuyas mujeres les diagnosticaron este tipo de tumor tenían un riesgo 39% mayor de necesitar ingreso, comparados con aquellos sin este problema. También les afectaba si ellas sufrían recaídas y el riesgo incrementaba con la gravedad de los casos. La situación empeoraba con el fallecimiento después del cáncer, ya que el riesgo se incrementaba casi cuatro veces.
Para llegar a estas conclusiones, un grupo de científicos del Instituto Epidemiológico del cáncer, en Copenhague (Dinamarca), revisó los datos de 1.162.596 hombres a partir de 30 años, residentes en Dinamarca, sin antecedentes de ingreso hospitalario por trastornos mentales y con requisito más: haber vivido, al menos, con su pareja durante cinco años.
Después de un seguimiento de 13 años, se diagnosticó cáncer de mama en las parejas de 20.538 varones. De éstos, 180 fueron hospitalizados por problemas mentales.
La repercusión psicológica de estos tumores en las parejas es previsible. El problema es "cuando vemos posibilidad de suicidio. Tienen una tristeza exagerada, una apatía constante, lo ven todo negativo y tienen pensamientos continuos del tip: para qué voy a vivir ", señala Yélamos. Este es el principal motivo de ingreso, aunque la bipolaridad también puede requerir hospitalización. "El paciente pasa de un estado decaído extremo, como el pensamiento suicida, a querer disfrutar en exceso de la vida. Esto les puede llevar a realizar acciones que supongan peligro. No ven el riesgo".
Con hospitalización o no, dada la importante afectación del cáncer no sólo en quienes lo sufren sino también en sus parejas, los autores del estudio sugieren "desarrollar algún tipo de prevención con el objetivo de identificar en la consulta a los acompañantes con síntomas depresivos, para derivarlos a un psicólogo o darle algunas pautas".
Como explica Carmen Yélamos, "las parejas no siempre tienen toda la atención que deberían. Suelen girar alrededor del paciente, muchas veces sin tener información suficiente sobre su estado, sin saber lo que ella siente ni expresar cómo lo vive él, y tampoco se atreve a implicarse demasiado. A esto se suma que, en algunos casos, además del trabajo, ellos asumen el rol de sus mujeres, en casa, con lo niños… Este agotamiento físico y mental repercute en su estabilidad emocional". Por estas razones, es importante que "desaparezcan los tabúes, que los hombres no se quedan callados, que pregunten, que se expresen, pidan apoyo (social, psicológico, etc.), queden con sus amigos, practiquen ejercicio, se cuiden y se sientan implicados en el proceso". En esto último, los profesionales sanitarios tienen un papel clave.
**Publicado en "El Mundo"