En la película 'Philadelphia', las características manchas en la cara del sarcoma de Kaposi delataban a su protagonista, Tom Hanks, enfermo de sida. Este tipo de cáncer, muy típico de las personas con VIH en los años más duros de la infección, está dejando paso a nuevos diagnósticos oncológicos, más habituales en la población general. El sarcoma de Kaposi (así como algunos tipos de linfomas) es lo que los especialistas consideran un tumor definitorio de sida, una neoplasia que se aprovecha del estado inmunodeprimido de los pacientes portadores del virus VIH para desarrollarse, y que indica que la infección ha progresado a sida. Sin embargo, como pone de manifiesto esta semana un artículo en la revista 'Journal of the National Cancer Institute', la eficacia de los antirretrovirales ha permitido que la incidencia de estas enfermedades se reduzca de manera significativa en Estados Unidos, pasando de unos 34.000 casos entre 1991 y 1995 a 10.000 en 2001-2005. La situación inversa puede aplicarse en cambio al resto de tumores, no definitorios de sida, cuya incidencia se ha multiplicado por tres en el mismo periodo, según el análisis realizado por Eric Engels y su equipo, del Instituto de Investigación del Cáncer de aquel país (NCI, por sus siglas en inglés). "Los tumores definitorios de sida se han reducido sustancialmente gracias a que los antirretrovirales no permiten que los pacientes con VIH progresen hacia la fase de sida", explica a ELMUNDO.es el doctor José María Gatell, director de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínic de Barcelona. En cambio, ciertos diagnósticos de cáncer relacionados con otros tipos de virus, como el de hígado (causado por la infección por los virus B y C de la hepatitis), algunos linfomas vinculados al virus Epstein Barr o los tumores anales y cervicales propagados por la infección por el papilomavirus humano, "se han incrementado muchísimo y superan 10 ó 20 veces la incidencia en la población general", advierte este especialista. Una percepción que ratifica el trabajo estadounidense: "Los de ano, pulmón, hígado y linfoma de Hodgkin representaron la mitad de los diagnósticos de cáncer en la población seropositiva entre los años 2001 y 2005 en EEUU". De hecho, sólo el cáncer anal se ha multiplicado por ocho en la última década, mientras que la incidencia de los tumores hepáticos ha crecido cinco veces en ese mismo periodo. Como reconoce Gatell, los datos son menos claros respecto al aumento de un tercer grupo de tumores (sin relación con ningún virus), más habituales en la población general, como el de colon, próstata o mama en las mujeres. "Algunas cifras preliminares indican que son dos veces más frecuentes en los individuos seropositivos, pero como estos pacientes también tienen más factores de riesgo, como el tabaquismo, es difícil ajustar las estadísticas". El éxito de las terapias antirretrovirales tiene buena parte de culpa en la aparición de estos diagnósticos, desconocidos para la población seropositiva en los primeros años de la epidemia. "Hoy en día, el 50% de nuestros pacientes tiene más de 50 años, cuando hace 20 años este grupo de edad apenas representaba un 5%-10%". Sin embargo, añade, el fenómeno no se debe únicamente a una cuestión de envejecimiento puro y duro, sino a que el virus del VIH causa una inflamación crónica de los tejidos del organismo que se acaba traduciendo en más tumores, pero también en otras patologías, como la osteoporosis, la diabetes, los trastornos cardiovasculares o un cierto envejecimiento prematuro de ciertas funciones cerebrales. En lo que coinciden Gatell y sus colegas del NCI es en que este nuevo escenario obligará a los especialistas a replantearse la atención a estos pacientes, forzando la colaboración entre los especialistas en enfermedades infecciosas y otras disciplinas, como la Medicina Interna, la Cardiología o la Oncología. "Cada hospital lo resolverá a su manera, en función de sus recursos, y más aún en estos tiempos de crisis", bromea el doctor Gatell. **Publicado en "EL MUNDO"