(...)... El más profundo eco palpita en toda la estructura y emerge intermitente, llamándolo... Se arrolla, lanzándose a las vueltas interminables y descendentes de la espiral cónica...; extiende alternativamente las extremidades, marcando en las paredes los diferentes compases de cada nuevo giro... Se adentra en el silencio y la oscuridad hasta que sus llagas comienzan a sentir el alivio que les produce la sabia aplicación de cristalinas viscosidades secretas... Las paredes circulares van reduciendo cada vez más su diámetro hasta que el avance le resulta imposible; el conducto queda obstruido por su propio cuerpo... Saborea la quietud y reposa; entonces duerme y se sueña un gigantesco ente abisal, eterno, solitario; envuelto en la tibieza y humedad de un útero maternal que nunca lo parirá... En algún lejano horizonte, alguien cabalga un reloj...; el péndulo oscila sus vaivenes sobre dos enormes tambores... Despierta sobresaltado y reorganiza, instantáneamente, toda su tenacidad existencial... Y fluye, aullando, hacia el insondable resquicio helicoidal que tiene por delante.
... Hincando la arena enmohece su herrumbre un péndulo, inmóvil en el sueño perezoso de un viejo relojero. ---(Fragmento de la Short Story: "El Caracol." perteneciente al Cuaderno de Cuentos del Libro aún inédito: "La Noche de Los Relámpagos." Autor: Víctor José Guindo Singh.)