¿Habéis escuchado alguna vez este refrán? Aunque referido en sus inicios al matrimonio, y a la importancia de que éste viva en su propia casa, nosotras lo extrapolamos a cualquier persona que, llegado el momento, se independice... Nuestros hijos mayores, sin ir más lejos, ya hacen comentarios sobre cómo vivirán, dónde vivirán... Se sienten ciudadanos del mundo, y no se ponen límites a ese mañana, aún incierto, pero que a ellos se les antoja lleno de posibilidades, pues realmente, lo está. Eso sí, nos han dejado muy claro que nunca podremos deshacernos de sus dormitorios, siempre tienen que permanecer tal cual, para cuando ellos vuelvan... Eso nos provoca mucha ternura; son los suficientemente mayores como para fantasear con su vida futura, pero siempre desde la seguridad de saber que su casa, la de ahora, con todo lo que significa y representa, permanece intacta, sólida e inamovible. Total, que ellos pueden volar cual pajarillos, pero nosotros, ala, aquí anclados para los restos... Bromas aparte, hemos querido ver en estas obras de arte, separadas, pero vinculadas por un hilo invisible, el mismo lazo que siempre nos atará con nuestros vástagos, por muy lejos que tengan su propio hogar... Foto Foto Foto Foto ¿Qué os parece esta forma de pintar un cuadros? ¿Os llama la atención tanto como a nosotras?