Por mucho que cada vez exista más información sobre el cannabis, a muchos aun les sorprende que se siga avanzando a una velocidad tan vertiginosa en lo que a cannabis terapéutico se refiere. Con países pioneros en la investigación como Israel y tantas nuevas leyes que permiten su uso medicinal, la marihuana sigue siendo un tema de rabiosa actualidad.
Como hoy en día ya es sabido por muchos, incluso sin ser expertos en la materia, entre los principales cannabinoides que componen el cannabis se encuentran el THC y el CBD. Ambos se utilizan de manera medicinal, pero la diferencia entre ellos radica, no solo en las diferentes propiedades terapéuticas de cada uno, sino también en que, mientras el THC es psicoactivo (es decir, que coloca, como coloquialmente diríamos), el CBD no lo es. Uno de los productos más conocidos y comercializados legalmente en los últimos años es el aceite de CBD, que se usa tanto como complemente dietético como con fines puramente medicinales. Como suplemento adicional a nuestra dieta implementa la calidad del sueño, reduce el estrés y la ansiedad y tiene propiedades antiinflamatorias. Esto es debido a que el CBD actúa directamente en los receptores del sistema nervioso relacionados con el calor corporal, la inflamación y la percepción del dolor.
Por otra parte, sus propiedades puramente medicines van desde su uso como antipsicótico hasta sus propiedades antiepilépticas. De hecho, la farmacéutica británica GW Pharma que utiliza ambos cannabinoides (THC y CBD) en sus medicamentos, prepara un fármaco basado en CBD para tratar la epilepsia infantil (síndrome de Dravet).
La investigación avanza y parece que estamos ante un producto que no deja de sorprender tanto a defensores de otras alternativas que consideran menos agresivas que la medicina convencional, como a sus detractores.