El pasado 15 de abril fue publicado en el Journal Neuroscience los resultados de un estudio realizado por la universidad de Emory y la Escuela de Medicina de Baylor, donde se señala que la zona de nuestro cerebro denominado ‘centro del placer’ experimenta una mayor excitación cuando percibe sensaciones no experimentadas más que cuando éstas son previsibles.
Para la realización de este estudio, los investigadores de ambos centros educativos utilizaron imágenes cerebrales por resonancia magnética para medir los cambios que se producen en la actividad cerebral humana en respuesta a una secuencia de estímulos placenteros.
Para llegar a esta conclusión, se utilizó un dispositivo controlado por ordenador, donde 25 participantes recibían de forma predecible o impredecible zumo de frutas o agua.
Los Centros del Placer se Iluminan
Los expertos en la materia encontraron en dichas imágenes que un área del cerebro conocida como ‘Nucleus Accumbens’ era mucho más activa cuando los sujetos de la investigación recibían patrones impredecibles de zumo de frutas o agua.
Los científicos descubrieron que la cantidad de actividad que se produce en este núcleo no tiene nada que ver con las preferencias del sujeto. Estudios anteriores han demostrado que esta zona del cerebro se mostraba mucho más activa cuando la gente consumía drogas adictivas como la cocaína y la heroína, y también, cuando la persona pensaba que iba a recibir dinero.
Los autores del estudio, el Doctor Gregory Berns, profesor asistente de ingeniería biomédica de la universidad de Emory y el Doctor Read Montague, profesor asociado de Neurociencia en Baylor declaran que “los resultados del estudio significan que el cerebro encuentra mucho más gratificante aquellos estímulos impredecibles que los predecibles, teniendo muy poco que ver con las cosas que la gente dice que les gusta”.
Pero, ¿qué ocurre con esas personas que odian las sorpresas? ¿Es posible qué sus ‘centros del placer’ se iluminen cuando se enfrentan con el estímulo agradable inesperado?
“Bueno, todavía no tenemos la respuesta” apunta Berns, “pero gracias a nuestros sujetos de investigación pudimos conocer que esa área del cerebro se ilumina y se activa, pudiendo ser esto un reflejo de la personalidad”.