Apenas había transcurrido un par de años de esa década ominosa, marcada por la Gran Depresión y el arranque de unos vientos de opresión y totalitarismo que terminarían desembocando en los conflictos bélicos más sangrientos del pasado siglo, cuando la mente, y el oficio cinematográfico, de Tod Browning alumbraban la que, a día de hoy, sigue siendo una de las más desazonantes y perturbadoras propuestas fílmicas que jamás hayan llegado a las salas oscuras: “Freaks” —estrenada en España como “La parada de los monstruos”—, todo un compendio de horror malsano y de alegorías finamente hiladas con una historia de venganza amorosa como telón de fondo de su trama. Más allá de la coincidencia terminológica, radicada en esa misma palabra, no parece que “El circo de los extraños” (“Cirque du freak”, en su título original), film estadounidense que llega esta semana a nuestras pantallas, guarde mayor relación con su ilustre predecesora que el de la presencia, en su tronco narrativo, de un puñado de personajes circenses altamente estrafalarios y sorprendentes: por lo demás, ni sus premisas argumentales, ni, fundamentalmente, su tono parecen acercarse a la insania escalofriante que la película de Browning destilaba en cada uno de sus fotogramas.
Más bien al contrario, esta película de Paul Weitz ofrece, junto a, eso sí, un puñado de intérpretes en su reparto verdaderamente digno de tener en cuenta (desde un John C. Reilly que asume aquí un protagónico pintoresco, hasta Willem Dafoe, pasando por Salma Hayek y Ken Watanabe), un corte narrativo bastante convencional, y un buen aluvión de deslumbrantes efectos especiales, más próximos, en sus modos y maneras, a los de la saga Crepúsculo que a los de otras películas de onda más bizarra (y, de hecho, incluso su propio protagonista “juvenil”, Chris Massoglia, también nos ofrece un perfil bastante más cercano al de sus compañeros “crepusculares” que al de otros personajes de impronta más propiamente terrorífica). En definitiva, una propuesta con un enfoque profundamente comercial y que juega a explotar elementos actualmente en el candelero cinematográfico, mezclándolos en una suerte de pastiche intergenérico que siempre tiene más probabilidades de acabar en el despeñadero del fracaso que en las cumbres del éxito. Habrá que ver qué sucede en este caso...
PRONÓSTICO: no creo, no creo...