El cole y los espaguettis con queso

Por Maitona

Hoy me he despertado pensando en como viven mis hijos sus días en la escuela, enseguida he recordado este artículo que leí ayer. Es muy interesante de cabo a rabo, pero este extracto se me quedó grabado en la cabeza

En segundo lugar la organización es importante porque en ella se instala una parte importante del curriculum oculto. Los espacios, los itinerarios, el mobiliario, los tiempos, el poder... encierran importantes contenidos de aprendizaje. Unos aprendizajes que se producen de forma subrepticia, omnímoda y persistente. Por eso son tan eficaces, aunque no sean explícitos y pretendidos.

Pondré alguno ejemplos:

    Si hay baños para el profesorado con papel higiénico, toalla y jabón (y una lleve en la puerta) y los baños del alumnado no disponen de los mismos imprescindibles materiales, se aprende que hay personas con diferente dignidad, aunque se diga otra cosa en las clases de ética.
    Si los espacios de las personas que tienen poder son más grandes, bonitos y cómodos que los de las personas que no tienen poder en la escuela, se aprende que el poder no está para servir a los demás sino para servirse de ellos.
    Si las mesas están alineadas en el aula, sin que los alumnos y alumnas puedan verse las caras, se está aprendiendo que unos de otros nada pueden aprender y que solo es posible hacerlo del que está delante de la clase.
    Si los espacios de recreo están ocupados por los chicos para jugar al futbol y las chicas tienen que entretenerse hablando en corrillos, se aprende que las mujeres tienen un lugar secundario en la sociedad.

Todo habla en la escuela. Basta prestar atención para escuchar. Y todo lo que habla en la escuela dice cosas cargadas de significado. Hay que aplicar el sentido crítico para poder entenderlo.

Anna, que aunque tiene 8 años, es bastante crítica y tiene un sentido de la justicia muy pronunciado, suele comentar con mucha indignación como se siente poco respetada, escuchada y comprendida.

No le entra en la cabeza por qué los espaguetis que toman los profesores en el comedor son largos y pueden elegir si les añaden salsa o queso y los niños tienen que conformarse con los espaguetis bañados en salsa, cortados y sin el tan anhelado queso rayado. (Las narraciones de Anna sobre el comedor escolar dan para un post entero, un día de estos os hace ella misma un post)

No entiende porque no puede ir al baño cuando lo necesita, no entiende porque no puede beber agua cuando tiene sed.

No entiende porque cuando en el recreo necesita comentar algo a un maestro, la resupesta es siempre "venga, venga a jugar"

No entiende porque a veces algunos maestros ridiculizan a los niños y aún entiende menos que muchas veces lo veamos como normal.

Lo peor de todo, es que cuando yo le digo que debería quejarse (con mucho respeto), que debería pedir que la escucharan, que es una niña pero que tiene el mismo valor que un adulto, me dice que para que, que eso no va a pasar. Ha tirado la toalla y eso me preocupa.

No quiero que asuma que hay personas con mas derechos que otras. No me gusta que se resigne a no pedir lo que cree justo.

Ya sé que son muchos niños por clase y que hay cosas muy difíciles de gestionar. Pero yo creo que con voluntad y con la firme creencia de que los niños no son "peleles" a los que hay que llenar de conocimientos sin más, se puede. Como mínimo se puede mejorar mucho.

Incluso creo que mejoraría el rendimiento de muchos, que viven la escuela como un lugar "hostil".

Y metida en esos pensamientos, tomando el café, me he topado con este post de Escarabajos Bichos y Mariposas, donde queda muy claro que si los niños se sienten integrados y respetados funcionan mucho mejor.

Hoy que en principio no tocaba post, me he sentado a compartir mis pensamientos.

Tendréis que perdonar que la semana pasada no pude publicar, esta semana ya volvemos al ritmo normal.

Os veo el miércoles.