El costo de la “no calidad”

Por Jguerra

Desde hace años se reconoce la fragilidad del sistema económico o financiero a nivel sanitario en torno a un gran abanico de posibilidades diagnósticas y terapéuticas y una limitación de recursos. 

En 1990 se publicó un documento donde se hace alusión a esta problemática, estableciendo una variación de disponibilidad de recursos en función de fluctuaciones macroeconómicas en la Región de las Américas1, aclarando que la inestabilidad y la limitación financiera ha generado que en los diversos países busquen caminos para aumentar el flujo de recursos no gubernamentales en salud. 

En dicho documento se cita también la necesidad del cuidado en torno al análisis de la demanda como así también la administración de los recursos a través de programas que cuiden costos, definiendo una serie de políticas, estrategias gubernamentales o regionales que intenten dar respuestas al cuidado de consumos y servicios innecesarios. 

En la actualidad esta situación la definiríamos como prácticas que no aportan valor o no son costo efectivas, probablemente enmarcadas en el costo oculto de la no calidad, o incluidas en el concepto de desperdicio. 

Es importante señalar que estos conceptos no amplifiquen otros costos de la no calidad vinculado con el daño a las personas, u otros menos tangibles, como los perjuicios del prestigio o imagen de las instituciones. 

En dicha cita se incluyen situaciones preocupantes que comienzan a adquirir relevancia como ser el incremento del peso relativo de la enfermedad no transmisible o de la cronicidad, el envejecimiento de la población, el uso de tecnología, el gasto en materia de productos farmacéuticos, todos impactando en forma negativa en materia de recursos. 

Si además, a lo mencionado le agregamos un cofactor a nivel local o institucional microeconómico, como ser la incorrecta utilización de recursos disponibles, la falta de control de costos o gastos, la utilización excesiva de medios, la perspectiva se torna aún más negativa. 

El artículo también deja entrever una situación vigente en nuestro tiempo, como es el consumo inducido o impuesto por el mercado. 

 De este documento surgen dos reflexiones importantes, una relacionada con la necesidad de elaborar estrategias que aborden el control de costos, el uso racional y eficiente de recursos, a través de la aplicación de medidas de control e incentivos y corrección de procesos técnicos y administrativos. 

La otra se vincula con el concepto que “no es necesario buscar nuevos modelos, sino analizar y poner en práctica experiencias positivas de otros equipos” lo que reconocemos como parte del Benchmarking. En este sentido se puede citar un artículo sobre economía de la Salud en el Hospital2 en el que se compara la definición clásica de de la OMS, donde la salud está determinada por un equilibrio entre el individuo y el medio que lo rodea en esta simbiosis normal, adaptativa o bien patológica y una analogía sobre la visión económica donde la atención sanitaria se da a través del consumo de servicios de salud, cuya producción está determinada por la cantidad de equilibrio que debe buscar el profesional. 

El sistema de Salud debe entender que una adecuada gestión permite alcanzar metas y dar respuesta a los objetivos que se han impuesto dentro del plan estratégico que puede ser cuya complejidad dependerá si es para un centro de atención primaria o para ejecutar políticas de salud a nivel estado. 

Las empresas Sanitarias desarrollan y ofrecen servicios para cada paciente pudiéndose definir dos tipos: 

  1. Productos finales de procesos clínicos 
  2. Productos de servicios intermedios. 

Las Instituciones deben velar por ofrecer un cuidado y asistencia de calidad como así también valorar su desempeño y competitividad en el mercado, lo que se constituye en un verdadero desafío.

Las empresas que ofrecen servicios relacionados con la salud difieren de otras organizaciones de servicios entre otras por las siguientes razones:

  1. Hay consecuencia, pero no forma. 
  2. Es intangible. 
  3. La producción y el consumo es simultáneo. 
  4. No puede existir sin participación del cliente. 
  5. La creación de valor a lo largo de un proceso de producción tiene lugar a la aplicación de instrumentos no inventaríales o no controlables. 
  6. La percepción subjetiva desempeña un rol básico. 
  7. Utilización intensa del recurso humano. 
  8. Participación de los clientes, pacientes y empleados en la producción. 
  9. Dificultad para asegurar estándares de calidad consistentes. 
  10. Su prestación además de actividad económica supone un sistema de relación social.

Por lo tanto se entiende y desprende la multiplicidad de cuidados que suponen ofrecer un servicio de calidad y satisfacción para el paciente y que el mismo sea costo efectivo para el sistema.

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Autor: Dr. Rubén Vernuccio. Secretario de la Comisión Directiva del ITAES. Jefe de auditoría de la Clínica San Camilo (CABA).

Fuente: ITAES