Con todo, hay claras diferencias: mientras Cube no deja de ser un juego en el que hay de descifrar un código, El hoyo es una parábola política bien planteada, pero rodada sin reparar en esos detalles secundarios que le otorgarían ese aura definitiva de filme claustrofóbico y distópico. La película se desarrolla íntegramente en una especie de correccional-prisión en forma de torre cuadrada donde en cada nivel hay dos reclusos; por el hueco central desciende diariamente (de una forma que desafía a toda la física clásica) una mesa repleta de exquisitas viandas, y en cada parada los reclusos pueden comer lo que se les antoja durante el tiempo adjudicado... La metáfora es clara y contundente: los de arriba (los primeros niveles) se atiborran de comida, pero a los de abajo no les llega literalmente nada, y su alternativa es sobrevivir prácticamente como bestias. Para completar el juego y dinamizar la historia, cada 30 días los reclusos son narcotizados y cambiados de nivel sin criterio aparente (y los muertos reemplazados). Y aunque de toda esta disposición de elementos es fácil superponer una alegoría social, a medida que se van perfilando los personajes protagonistas y sus objetivos, el mismo aplomo de los primeros minutos (y la promesa de ciertas implicaciones) se diluye en escenas raras o pilladas por los pelos. Además, la dureza de ciertas imágenes se esfuma por culpa de la nefasta dicción de los actores, a los que cuesta entender con esa manía/técnica/cliché de susurrar en los momentos trascendentes. Y como remate, un final demasiado pillado por los pelos que no sirve para remontar la impresión final del filme, quizá hubiera servido algo inesperado, descarnado, aplastante, pero no tan desconectado de la historia que ha explicado. El torpedo crítico queda bien claro, pero está deslavazado y es visualmente poco impactante.
En definitiva, una muy buena idea sobre el papel pero desarrollada a base de mínimos argumentales, salteada de aciertos parciales pero sin acabar de perfilar personajes y ambientación. Una lástima que no haya cuajado...