Se sentó en el puente por el que tantas veces había pasado a lo largo de su vida; sin embargo, esta vez, lo contempló con un matiz diferente. Es curioso cómo a veces, aunque hayamos visto algo en muchísimas ocasiones, no reparamos en lo que realmente importa. Por ello aquel día, en lugar de contemplar el camino por el que andaba siempre con la vista hacia atrás, posó sus ojos en el horizonte, donde las gaviotas volaban, para así poder contemplar la ciudad donde el cuento podría hacerse realidad. Pero no el cuento convencional, sino algo diferente y extraño, algo nunca visto.
Tenía miedo, si, ya que la incertidumbre ante un futuro incierto eclipsaba cualquier otro pensamiento, pero mientras las luces de Praga la acompañasen... sabría que podría hacer cualquier cosa.
Praga tiene una magia especial que afecta a todo aquel que recorre sus calles...me impresionó tanto cuando fui, que siempre es una buena fuente de inspiración.