Despecho y reconciliación
“Si sientes como siento yo, si vas en la misma dirección que yo, es hora de ser UNO los dos”. “No creo en amar sufriendo, creo en amar con armonía. En que el amor es más y nunca menos.”
En esta segunda entrega, continuamos reencontrándonos con la esencia del amor en la pareja. Sabiendo que las diferencias son oportunidades para comprender mejor la singularidad de cada uno.
Esta vez la entrevista a Dalia Galindez Giannelli, Maestra de Un Curso de Milagros, se centra en dos temas fundamentales: el despecho y la reconciliación (perdón).
El despecho se cura con el perdón
-¿Cómo hace una persona que tiene un guayabo, un despecho porque tenía una relación de pareja dependiente o “especial”, y el otro se fue o lo abandonó?
-La única curación posible para esa persona, desde el punto de vista del Curso de Milagros, es el perdón. Y eso requiere un paso fundamental que es el reconocimiento. Reconocer qué es lo que tiene que perdonar. Qué es lo que en ésta relación lo tiene herido. Si lo experimenta como abandono o es algo que se le ha repetido. Preguntarse ¿es nuevo toparme con el abandono? o ¿en donde yo mismo me abandono? ¿desde qué momento en mi vida empecé a experimentar abandono y ahora se me vuelve a repetir en forma de relación de pareja?
Es importante pasar por ese periodo de reconocimiento y observar qué es lo que está pasando. ¿Qué era lo que más valoraba en esa relación? ¿qué es lo que sentía irreemplazable en esa relación? ¿qué siento que no puedo tener con facilidad? ¿por qué creo que lo que mi pareja me daba era tan valioso? ¿cuál era ese tesoro? ¿mi compañero me ofrecía amor, estabilidad o compañía?
-Mucho trabajo interno…
-Así es, trabajar internamente, porque si no, vamos a pasar de relación en relación, buscando lo mejor de lo que la anterior me daba. Y sigo buscando afuera, en vez de cultivarlo adentro. Se me pasa el guayabo y sigo con el mismo estado de consciencia, aspirando a algo mejor o distinto. Y pensando: “el próximo no me va a abandonar.”
-¿Qué es lo más recomendable?
-Un tiempo para observarse. Estar sola o solo revisándose, por un mes mínimo, es un periodo excelente para hacer procesos psicoterapéuticos, porque la persona siente que se le acabó la vida y la idea es buscar que ese dolor o sufrimiento sirva como el ave fénix para transformarse y resurgir.
Y aclara: “no es evadir, es otra vez reconocer que se está triste o deprimido. Y no escapar de ese estado a través del alcohol, las drogas, medicinas, asistir a fiestas, reuniones, hacer viajes incluso, o conocer otras personas ‘para ver si se me olvida esto’. Eso de que ‘un clavo saca otro clavo’, ese tipo de expresiones no funciona.”
Según Dalia, cuando una relación de pareja termina hay cuatro estados:
- Negación, resistencia.
- Justificación del otro. “Es que él o ella es especial, lo que pasa es que su trabajo o una tercera persona…” Nos resistimos al hecho de que la relación terminó o le ponemos 20 mil excusas para justificar el habernos separado. Es cuando vemos que el “ídolo” no regresa, no “responde” a nuestras oraciones y súplicas.
- Entonces comienza un periodo de confrontación con la rabia, ira, rencor y sufrimiento. Un camino duro, triste, doloroso, donde se ven los defectos y se le quita valor al ídolo para poder descalificarlo. “Al fin y al cabo ni lo quería”. Aquí el perdón es básico, ya que elimina ese ciclo de amargura. Entonces o nos vengamos o buscamos ayuda para saber cómo olvidar y desterrar del corazón esas creencias y confusiones sobre lo que amamos y lo que no amamos.
- El encuentro consigo mismo o la transformación del ser. Quizás la persona evade ese vacío con un tercero, con un sustituto que no permite la reconciliación consigo mismo para emprender otro tipo de relación. Lamentablemente eso es lo más común. Las personas pasan de una relación a otra, de añoranza en añoranza, repitiendo el patrón.
La reconciliación
-¿Cómo dos personas que discutieron tanto se podrían reconciliar?
-La reconciliación se basa en el perdón, en olvidar el pasado. Eso resulta difícil. Tratamos de conciliar nuevamente, nos unimos y nos integramos intactos o con marcas y cicatrices. La reconciliación desde el punto de vista espiritual es una renovación donde retornamos a la pureza. Pero tiene que haber un acto individual de cada uno consigo mismo. Generalmente queremos regresar al otro estando heridos o lastimados… Lo mejor es que cada quien sane sus heridas, limpie su proceso y tome la responsabilidad porque mientras le esté echando la culpa al otro de lo que pasó, no hay posibilidad de reconciliación. Ésta sólo es posible cuando uno de los dos toma la responsabilidad dentro de lo sucedido y se hace cargo de esa parte del conflicto que se generó por sus propios fantasmas, inconsciencia y sus miedos.
-Hay que tener mucha humildad para eso…
-Tenemos que ser humildes. Imagínate una relación entre dos personas soberbias, orgullosas, dominantes, controladoras, con mucho liderazgo, es difícil para ellos llegar a una reconciliación porque ¿quien da su brazo a torcer? Hace falta que uno de los dos ponga la otra mejilla y generalmente quien lo hace es el que tiene mayor nivel de consciencia, luz y comprensión.
-A ratos no nos reconciliamos porque le damos más valor a mi dolor y a mi herida que a la otra persona.
-Cuando se valora más mi yo, mi herida, lo que me hiciste, no hay posibilidad de reconciliación y en eso influye también el ambiente donde uno esté, porque los amigos te dicen por ejemplo “¿como te vas a reconciliar después de lo que te hizo? ¿quieres que te lo recordemos?” y te hacen sentir mal porque te reiteran: “¡nosotros si estuvimos contigo siempre!”.
-Si exigimos una explicación ¿hubo realmente una reconciliación?
– Si te pido una explicación es que no hubo reconciliación. No tienes que complacerme, para que yo no valore tanto mis heridas. No hay por qué justificarse para seguir en la relación. La reconciliación no es un proceso de evasión, si es así, la herida sigue abierta porque no se han sanado cosas. La basura sigue debajo de la alfombra, y sale cuando hay problemas en el trabajo, de dinero, o en cualquier situación tensa externa. Una persona herida no responde sanamente. Y esas heridas sólo pueden sanar cuando la persona hace esa introspección porque generalmente se exige una explicación sobre por qué uno de los dos actuó de determinada manera. Si no lo explica uno se hace el loco y la situación continúa sin sanar.
El falso perdón
-¿Y si cada quien empieza a chequear lo que dijo? que si eso lo dijiste tú, o aquello fue lo que dije yo, y empezamos a anotar las equivocaciones, aciertos y desaciertos. Empezamos a creer que nos estamos reconciliando, y lo que estamos es chequeando quien se queda con la culpa…
-En el Curso de Milagros a eso lo llamamos el falso perdón y es cuando pongo condiciones para perdonar. Finalmente creo que el otro se queda con la culpa y yo pensaré como el césar “a ver si lo perdono o no”. En realidad la verdadera reconciliación no necesita del otro. Sólo hay que extender el perdón que me he dado a mi misma independientemente de que el otro haya cometido el error. Yo sólo me tengo que perdonar el hecho de permitirlo.
-Es decir que la reconciliación empieza conmigo misma para luego encontrarse con el otro.
-Así es, Dios no nos exige penitencia o sacrificio para seguir amándonos. En el proceso del perdón y la reconciliación reconozco mis potencialidades, y allí no hay apego porque cada uno es como es. Lo principal en toda relación es aceptar a la otra persona tal y como es.
-Es decir que la reconciliación empieza conmigo misma…
-Así es, Dios no nos exige penitencia o sacrificio para seguir amándonos. En el proceso del perdón y la reconciliación reconozco mis potencialidades, y allí no hay apego porque cada uno es como es. Lo principal en toda relación es aceptar a la otra persona tal y como es.
Más de un
“Al tener pensamientos negativos, usas la energía divina en ese pensamiento, y esa corriente te obedece, aunque como hijo o hija de Dios te mereces el amor puro y pleno. Pero sólo vives experiencias afines al estado mental y emocional que fabricaste.”