Dentro de unos días, en la celebración conocida como "Rapa da Bestas" ["El rapado de las bestias"], nos encontraremos de nuevo con otro evento que consiste en una escenificación festiva de la dominación del hombre sobre los demás animales.
El acto de dominación es real y ritual al mismo tiempo. Se representa cómo los humanos someten mediante la fuerza a los animales libres para utilizarlos en su propio beneficio; para esclavizarlos. Al mismo sometimiento ejercido contra humanos que denominamos esclavitud, cuando se trata de otros animales lo denominamos “domesticación”.
La base de nuestra cultura está asentada sobre este principio de dominación antropocéntrica, que considera a los otros animales como objetos, recursos y propiedades de los seres humanos. En nuestra sociedad, a los animales sólo se les reconoce un valor instrumental en función del beneficio que los humanos puedan obtener de utilizarlos.
Este festival es similar a otros actos de dominación, como la tauromaquia. A pesar de su carácter festivo, no se trata de simple entretenimiento o diversión. El principal propósito y sentido de este tipo de eventos es ensalzar la dominación humana sobre los otros animales.
Muchos animalistas critican el acto porque les parece algo "cruel" pero no cuestionan la creencia que lo fundamenta: la idea de que los humanos tienen derecho a someter a los otros animales como medios para fines humanos. Por ejemplo, en el blog El caballo de Nietzsche se denuncia exclusivamente la "brutalidad" en la forma que los caballos son tratados.
Un reportaje del periódico The New York Times sobre esta celebración recoge la opinión de Laura Duarte, una militante y candidata del partido animalista PACMA:
«No criticamos lo que hacen, sino cómo lo hacen porque causa un terrible estrés a los animales que viven en la naturaleza y no están acostumbrados al contacto humano»Más claro, el agua. Los bienestaristas no cuestionan a la dominación humana sobre los demás animales. Ellos no se oponen a la esclavitud de los animales. Sólo les importan las condiciones en que se realiza esta esclavitud, en tanto que conlleve, a su juicio, un excesivo sufrimiento a los animales. Todo lo demás les resulta secundario o indiferente. En la misma línea se sitúan Libera! y la Fundación Franz Weber proponiendo recientemente regular esta violencia sobre los animales.
En cambio, la perspectiva vegana, dentro del contexto de la filosofía de los Derechos Animales, considera que el problema central de estas acciones no está en la forma concreta en que se llevan a cabo, ni tampoco en el sufrimiento que causan, sino que juzga que el hecho mismo de coaccionar a otros animales para nuestro beneficio, y considerarlos como medios para nuestros fines, ya es un error moral fundamental, independientemente de las condiciones en que se ejerza.
Si estamos de acuerdo en que los animales poseen un valor moral inherente entonces lo única respuesta coherente que podemos ofrecer ante la injusticia que representa la dominación humana sobre los demás animales es exigir la abolición, y no la regulación, de esta esclavitud. Por supuesto que esta exigencia no tiene obviamente fuerza material si carece del apoyo de la sociedad, y es por esto que nuestra energía debería centrarse en la educación vegana y el activismo social para lograr que la opinión pública comprenda el error que es la explotación de los animales.