El pie diabético es una complicación devastadora de la Diabetes Mellitus que afecta, en términos generales, a entre el 15% y el 25% de los pacientes diabéticos y es responsable del 70% de las amputaciones no traumáticas que se producen en los hospitales de los países de la Organización Europea para la Cooperación y Desarrollo (OCDE). “En España, en los últimos años, las tendencias en amputaciones de las extremidades inferiores no han disminuido, situándose en tasas muy por encima del nivel del sistema sanitario que tenemos, lo que supone un problema sin resolver tanto en nuestro país como en los de nuestro entorno”, advierte el doctor Javier Aragón, jefe del Servicio de Cirugía de la Unidad de Pie diabético en d-médical.
La posibilidad de evitar que un paciente diabético con el pie afectado pierda la extremidad pasa por la realización de un diagnóstico precoz y el uso de una “cirugía conservadora” que permita mantenerla. En la actualidad, se está trabajando en la aplicación de terapias celulares en aquellos casos donde no tengan éxito otros tratamientos con el objetivo de conseguir la revascularización del pie lesionado.
La aparición de este trastorno surge en los pacientes con diabetes como consecuencia, entre otros factores, del mal control de la glucemia (hiperglucemia: exceso de glucosa en sangre) mantenido durante años; cuestión que acaba afectando al sistema nervioso y al vascular, generando ulceraciones que aumentan el riesgo de infecciones. Según el Dr. José Luis Lázaro, podólogo jefe de la Unidad de Pie Diabético en d-médical, “en su mayoría, se trata de personas con diabetes tipo 2 y con edades comprendidas en torno a los 60 años”.
-Prevención precoz y seguimiento
“La falta de los cuidados necesarios por parte del propio paciente puede suponer la aparición de úlceras y heridas en las extremidades que son una puerta de entrada a las infecciones”, asegura el Dr. Aragón. No obstante, entre las medidas que debe tomar el paciente para prevenir complicaciones crónicas graves como la enfermedad arterial y la neurológica, “se recomienda un control muy estricto de la diabetes, puesto que la falta de control es lo que lleva a la aparición de esos dos factores de riesgo, que son los principales implicados en la producción de úlceras”.
La otra medida esencial que se aconseja a las personas con diabetes es “ponerse en manos de profesionales para detectar el riesgo individual de presentar pie diabético”, apunta este experto. Abordar, en este sentido, de manera integral esta patología, algo que se consigue mediante equipos médicos multidisciplinares, permite manejar las complicaciones más graves del pie diabético, como son la infección y la isquemia, que aumentan el riesgo de amputación en el paciente.
“Mediante unas sencillas pruebas, se detectan los pacientes con alteraciones en la circulación o falta de sensibilidad en el pie y, de esa manera, se clasifican según el riesgo con el fin de establecer el seguimiento más adecuado. Por ejemplo, si tiene falta de sensibilidad y además una deformidad, deberá llevar un determinado tipo de calzado para evitar lesiones”, explica el Dr. José Luis Lázaro. Para optimizar este proceso, el paciente es estratificado según el riesgo de desarrollar una úlcera y se le diseña un plan personal de seguimiento y prevención.
Las situaciones que se presentan con mayor frecuencia y en las que hay que realizar estos seguimientos son a los pacientes diabéticos con pies de alto riesgo; es decir, aquellos con “Pie de Charcot” (deformidad que llega a impedir al paciente caminar normalmente), úlceras con osteomielitis (infección del hueso) y aquellos complicados con isquemia (falta de riego sanguíneo). “Nuestras investigaciones están enfocadas al tratamiento de las infecciones, ya que éstas son las que acaban en amputación en un 85% de los casos”, argumenta el Dr. Aragón.
La mayoría de las lesiones de estos pacientes se producen por un fracaso en el tratamiento ortopédico o falta de vigilancia en el calzado de uso habitual. En d-médical se realizan tratamientos personalizados de cada paciente en los que se individualiza el diseño, la fabricación y la adaptación del tratamiento ortopédico que el paciente precise. “Mediante sistemas computarizados de análisis de presiones plantares y escaneo digital del pie se puede adaptar un tratamiento que previene lesiones del pie diabético en el 90% de los casos permitiendo que, durante años, el paciente recupere su movilidad y su calidad de vida” comenta el Dr. José Luis Lázaro.
-Cirugía conservadora
El centro médico d-médical cuenta con un equipo de profesionales excepcional para abordar la patología del pie diabético, no sólo por la gran experiencia que acumulan, sino también por su elevado nivel científico bien reconocido, tanto a nivel nacional, como Internacional.
El equipo de d-médical que trata el pie diabético -los doctores José Luis Lázaro, Esther García Morales y Javier Aragón- ha desarrollado técnicas de “cirugía conservadora” para preservar la extremidad cuando hay infecciones en el hueso. Mediante una cirugía realizada de forma precoz y con unos conocimientos anatómicos muy estrictos, pueden salvar, en muchos casos, casi la totalidad del pie. De hecho, “hemos salvado el pie en el 98% de los casos en los que el paciente conservaba una buena circulación”, señala el Dr. Aragón.
En muy frecuente que a los pacientes diabéticos con una úlcera complicada con infección y/o isquemia se les ofrezca como única alternativa la amputación del pie o la pierna. La experiencia de los doctores Javier Aragón y José Luis Lázaro ha demostrado que en más del 70% de estos casos es posible el salvamento de la extremidad o la reducción de la pérdida anatómica.
¿Y si falla el tratamiento? En ese supuesto, el doctor Aragón indica como última vía la aplicación de terapia celular: “Si por las características del paciente y determinadas condiciones anatómicas no se pueden aplicar técnicas de angioplastia y cirugía endovascular para su revascularización, las células madre podrían ser una alternativa en estos pacientes”. La terapia que se administra, en este caso, consiste en el implante de determinadas células provenientes del propio individuo (obtenidas de la médula ósea) por medio de una serie de inyecciones intramusculares con el fin de lograr un resultado regenerativo y reparador del pie afectado que favorezca la formación de nuevos vasos sanguíneos.