El directo de la vida (1ª parte)

Por La_penultima

Bueno, con este artículo, abrimos una nueva categoría de relatos. Dejar algún comentario al respecto por favor, esto nos ayuda a mejorar. Gracias.

Quería contar un poco de mi historia de vida, lo que el directo de la vida ha hecho conmigo. Quizá una historia de lo más común, pues una de cada cuatro personas padeceremos una enfermedad mental a lo largo de nuestra vida.

Lo cierto es que yo he pasado por varias, algunas de ellas crónicas, y esto no me impide llevar una vida plena. Pero no siempre fue así. He pasado por etapas dolorosas, discriminatorias y estigmatizantes. Toda mi vida no ha sido si no una enorme contr-adicción, cosa, que aún al día de hoy algunas sigo llevando, bueno mejor dicho, al día de hoy algunas sigo trabajando. Os quiero contar como he vivido una de mis últimas etapas de una de mis enfermedades.

Hace algo más de 11 años que no consumo ni una gota de alcohol ni otras drogas.
Y es que, lo que en principio parecía que empezó por diversión, al cabo del tiempo se convirtió en algo que ya no deseaba hacer. No sabes cuanto tiempo ha de pasar, ni en qué momento pasa. A unos les pasa antes, a otros les pasa más tarde. Hay quien dice, que a muchas personas nunca les pasaran los efectos no deseados.

Era salir el viernes, tras el trabajo con mis amigos y pareja a cenar un frankfurt o un kebap y después, a tomar unas copas..... y, a la segunda consumición.... Eraaa... (como si se encendiera una mecha en mi cabeza que ya no podría apagar hasta llegar a aquella puerta...)
Abandonaba a hurtadillas, entre columnas y entremezclándome con las cabezas de la gente para despistar a mis amigos y pareja para, de algún modo, salvar la humillante situación de verme, una vez más, con las manos en la cabeza y llorando para pedir que me dejen....
-Que me dejen. ¡Que me dejen ir!.
Mientras me encuentro sentado, rodeado por los brazos de un amigo que intenta consolar con palabras que caen vanas entre mis sollozos de impotencia
-¡Que ya se lo sé! pero no puedo evitarlo... les digo
-¿No lo entendéis?! les repito una vez más. (mientras en mis pensamientos no dejo de golpear desesperadamente aquella puerta, aquella maldita puerta...).

Y allí, sentado, me invade un sentimiento de deshonor, de humillación y frustración entre lo que estoy viviendo y mis deseos totalmente contradictorios .... Pues en el fondo de mi ser sólo la droga que encuentro tras esa puerta podrá apaciguar mi estado.

El trayecto que transcurre desde que despistaba a mis amigos y mi pareja y llegaba hasta aquella puerta era un auténtica batalla en mi cabeza.
-Si, no! Me gritaba a mi mismo.
-Si no vas, mañana te levantarás y podrás hacer algo por la mañana. Y me repetía mil alegorías para evitar el más que sabido desenlace.

Despertarme un domingo por la mañana era como un sueño para mi. Algo mágico. Pues llevaba 8 años sin ver un domingo por la mañana

Por aquellos entonces, cuando salía ocultándome de mis amigos y pareja. En mi cabeza no había preocupación por lo que estaba haciendo, ni culpabilidad por haberlos dejado solos. Solamente había un "David" contra "Goliat" en el que "Goliat" siempre ganaba una batalla que a veces se convertía en algo tan contradictorio como sin sentido.
-Cómo podía ser que me estuviera drogando de nuevo. ¡Si me estaba diciendo que no! que no lo quería.
-Cómo podía ser que lo estuviera haciendo. ¿Es que estaba mal de la cabeza? Me decía.... Más tarde comprobaría que sí.

A veces tenía que pararme antes de llegar a la puerta que me vendería la droga y limpiarme las lágrimas ante aquella opresora y a la vez liberadora puerta, antes de llamar.

Como alma que lleva al diablo en el bolsillo, salía entre júbilo apaciguado, y como si llevara un elixir de la eterna juventud envuelto en bolsa de basura, detenía mi vehículo en el primer sitio que sabría nadie podría venir a molestarme. Muchas veces, este sitio era el cementerio. Pues si había algo que no soportaba, era mi rostro bajo los efectos de la droga. Me sentía cómo el Dr. Jeckill y mr. Hide. Y sus dos caras totalmente opuestas.
Siempre tratando de ocultar mi rostro ruin y desdichado a todo aquel con el que pudiera cruzarme. Naufragando a la deriva interminables horas en coche sin llegar a pisar fuera de la alfombrilla, ni siquiera cruzarme con ningún coche. Llegando incluso a huir en cólera de remotas luces que asomaban en mi retrovisor. Huía de todo, me movía entre sombras y para volver a casa...
Eso ya os lo contaré otro día...

Y con las mismas ansias inusitadas por hacer aquello que sabía me dolería. Sabía también que me arrepentiría.

-¡Lo sabía perfectamente! Lo sabía de todas las maneras conocidas y dichas.

Como cuando vas a salir de viaje y ya sabes perfectamente lo que tus padres te van a repetir una y mil veces en todos y cada uno de ellos;
-no corras hijo, llama cuando llegues, coge el abrigo que hará frío.

Bueno, hasta aquí, la primera parte de este fragmento de el directo de la vida ...

Si creéis que puede ser constructivo. Que lo pueden leer los niños. estoy abierto a críticas constructivas y no tanto. Sea como sea, estamos para aprender. Deja un comentario. Y gracias por tu tiempo.

Alex

Fuente:
El directo de mi vida