Los que son padres lo saben: encontrar actividades para hacer con los niños no siempre es fácil. Al menos, de calidad. Las que son originales en estética y planteamiento, de didácticas tienen muy poco. Y las que cuentan con una base pedagógica se confunden con actividades extraescolares y dejan de lado conceptos como el diseño, el juego o la diversión, tan necesarios en el proceso de aprendizaje y, por qué no, en el tiempo de ocio. Esto, sin hablar de aquellas actividades que se mueven por intereses comerciales, y de educativo y original no tienen nada.
Una realidad que, aunque en menor medida, también se detecta en otros ámbitos de la vida cotidiana. Pensamos en libros, juegos, juguetes y programas televisivos, por ejemplo. Productos y servicios que, en un intento de entretener a los más pequeños de la casa, se olvidan de la necesaria función educativa. O todo el contrario: que, creados bajo la óptica pedagógica, dejan de lado el entretenimiento, la diversión y el aspecto estético. Son cuentos, dibujos animados y juegos didácticos que, por su planteamiento y por su formato, no tienen la capacidad de atraer los niños y motivar su aprendizaje.
El diseño y la pedagogía deben ir de la mano
Un desequilibrio entre diseño y pedagogía, entre fondo y forma, que la profesora y consultora de formación especializada en diseño, ingeniería y arquitectura Anna Pujol y la organización a la cual pertenece, la Universitat de Barcelona (UB), detectaron y decidieron transformar. ¿Por qué? Básicamente porque las dos -la experta y la institución- entienden que el proceso de aprendizaje de los niños no se acaba cuando finalizan las clases: siguen formándose y desarrollándose como personas fuera de las aulas y, por lo tanto, es necesario ofrecerles productos y servicios pensados para entretener, pero también para educar.
Por este motivo, hace unos años surgió la iniciativa -y también la necesidad- de abordar el ocio infantil desde el punto de vista pedagógico y, en 2013 esta idea adoptó la forma de posgrado: el de diseño y didáctica del ocio infantil. Un curso de especialización que este año cumple su tercera edición y que tiene como objetivo dotar a los profesionales de los conocimientos y herramientas necesarias para desarrollar y gestionar propuestas lúdicas para niños y jóvenes que tengan el aprendizaje y los valores como protagonistas. Y decimos “profesionales” porque este posgrado, a diferencia otros que tienen lugar en el ámbito de la educación, está abierto a cualquier persona que tenga interés en el mundo de la infancia, desde profesores y psicopedagogos hasta diseñadores gráficos, ilustradores, periodistas, filólogos o arquitectos.
“Si no te gusta el mundo de la infancia, no tiene sentido que hagas estos estudios. Hay que tener en cuenta que este posgrado va muy dirigido a desarrollar productos y servicios destinados a niños y adolescentes de diferentes edades. Todos necesitan esta oferta lúdica que, actualmente, no tienen”, explica Anna Pujol, la directora de este posgrado, que, del mismo modo que incide en la necesidad que los participantes estén interesados en el mundo de la infancia, lo hace también en la importancia que estén abiertos a nuevas disciplinas y formas de aprendizaje, las mismas que ocupan las horas de ocio de los más pequeños.