Estas acciones tienen su ámbito principal en el sector educativo, pero también en el ámbito empoderador del Coaching, ya que el trabajo del Coach se enfoca en ayudar a que el Coachee despierte para llegar a ser la mejor versión de sí mismo.
Personalmente, creo que es uno de los resultados “mágicos” que va de la mano de un Coach.
Hace unos días, tuve la posibilidad de encontrarme con una ex coachee, es decir, con una persona que realizó conmigo sesiones de Coaching, hace más de diez años.
En ese momento, ella era un ser confundido, miedoso, víctima de manipulaciones (de las que no era consciente), y sostenía relaciones ajustadas con su familia, en general.
Estuvimos conversando y pude comprobar que su transformación había operado de una forma extraordinaria. Ahora, es un ser feliz, con un trabajo que la satisface, con excelentes vínculos familiares, con una pareja, agradecida de lo que ha logrado y con más ganas de aprender que nunca.
Recordé que desde que la conocí, sentí en lo que se podría convertir, supe lo que podría lograr, en un momento en que ella no podía ver a diez cm de sus ojos.
Y confié en mi intuición de Coach, confié en mi perspectiva, confié en la expectativa positiva que me despertaba, confié en mi magia responsable.
Los Coaches somos bendecidos con este sexto sentido.
Ahora bien, sin ser Coach, tú puedes –si estás en una organización, tienes a cargo un equipo o eres docente de cualquier tipo- hacer realidad tu visión de algunas personas.
Si crees en alguien, es importante que sepas que eso es una fuerza poderosa para que él se concrete en un resultado extra-ordinario.
La maravilla del Efecto Pigmalión es que transmite poder a la persona porque la forma en que nosotros vemos al otro influye sobre el resultado de sus acciones y su conducta.
Volviendo a la escuela, si un maestro le dice a un niño “esto no lo podrás hacer, es muy difícil para ti”, el niño no lo hará porque este maestro lo está influyendo negativamente y quitándole poder.
Cuando un Coach cree y se lo manifiesta a su Coachee que él puede hacer sus cambios vitales para llegar a tener la vida que quiere, eso es lo que el Coachee va a sentir ya que su poder se ve ampliado. No obstante, es necesario aclarar que la tarea del Coach va mucho más allá que simplemente, transmitirle expectativas positivas a su cliente.
Que es el Efecto Pigmalión
Según la mitología clásica, Pigmalión fue un rey de Chipre, apasionado por la escultura.
Él trabajó, durante mucho tiempo, con dedicación extrema, una figura de marfil con forma de mujer a la que consideraba imposible de comparar con alguna mujer bella y perfecta real. Todos los días, la mejoraba aún más y deseaba desde su más profundo interior que fuese de carne y hueso.
Un día, los dioses se compadecieron de Pigmalión y dieron vida a su creación convirtiéndola en la hermosa mujer que él creía que era.
Si nosotros creemos que la esencia de alguien es de determinada manera, podemos guiarlo a que lo descubra para que él también lo crea.
La labor del Coach Ontológico tiene esta consigna muy en cuenta, por eso, la relación que el Coach establece con el Coachee, además de beneficiar a este último para que pueda conectarse, atreverse y transformarse en el Ser Grande que está llamado a ser, estimula con su visión, la ambición (capacidad de desear sanamente) de aquel.
La película “My Fair Lady” (Mi Bella Dama) está basada en la obra de George Bernard Shaw “Pigmalión”. Este es un fragmento de la misma.
«Siempre seré la «chica de las flores» para el profesor Higgins, porque siempre me trató como a una florista y así seguirá tratándome.
Pero sé que puedo ser una dama para usted, porque siempre me vio como tal.”
A fines de la década del sesenta, un profesor de psicología llamado Robert Rosenthal, realizó el siguiente experimento: reunió a los maestros de una escuela y les mostró un test realizado entre los estudiantes, que indicaba que algunos eran más «brillantes» que otros. «De estos alumnos pueden esperar grandes resultados», les aseguró. En realidad -y respondiendo a los objetivos del experimento- ese test fue simulado por Rosenthal, para inducir a los maestros a pensar que determinados alumnos tenían más potencial que el resto. Sin embargo, al cabo de ocho meses, esos alumnos efectivamente obtuvieron mejores calificaciones que el promedio de la clase.
Como los maestros creían en los alumnos supuestamente «brillantes», les brindaron más atención, más apoyo, más tiempo y más retro alimentación. Esta abundancia de condiciones, se tradujo en un mejor aprendizaje y -luego- en mejores calificaciones. Aquellos niños no se destacaron por ser inteligentes, sino porque sus maestros creyeron que lo eran.
Por el placer de compartir.
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