No todos los saludos son encuentros, no todas las conversaciones son comunicación. Para que dos personas hagan de su encuentro una verdadera comunión han de cerrar los ojos del juicio y abrir los oídos del corazón, desde estos sus latidos se pueden armonizar dando los primeros compases para que comience la danza del encuentro. Ya no hay desconfianza, ni expectativas sobre el otro, pues ya no se le ve desde los estados de necesidad del ego desempoderado.
No todos los saludos son encuentros, no todas las conversaciones son comunicación. Para que dos personas hagan de su encuentro una verdadera comunión han de cerrar los ojos del juicio y abrir los oídos del corazón, desde estos sus latidos se pueden armonizar dando los primeros compases para que comience la danza del encuentro. Ya no hay desconfianza, ni expectativas sobre el otro, pues ya no se le ve desde los estados de necesidad del ego desempoderado.