El estigma

Por El Baúl De La Psique @bauldelapsique

Las personas que sufren algún trastorno mental a menudo se enfrentan a un doble problema: la sintomatología y el estigma. La sintomatología (episódica o intermitente) suele ser un hándicap para muchas cosas como el hecho de trabajar o vivir de manera independiente, a fin de cuentas, para ellos es más difícil lograr una calidad de vida satisfactoria. Si esto ya supone un problema, hemos de sumarle las desventajas derivadas de las reacciones de la sociedad. Los malentendidos de la ciudadanía sobre las diferentes psicopatologías dan como fruto el estigma (permanente y constante). Por ejemplo, las personas que llevan su trastorno lo suficientemente bien como para trabajar tienen dificultades para encontrar trabajo debido a que los contratantes los discriminan. Añadir que todo esto puede contribuir al autoestigma, es decir, la aceptación de los prejuicios y la pérdida de confianza en uno mismo.

Pero ¿qué es “estigma”? Si buscamos en la RAE su significado encontraremos “marca o señal en el cuerpo” (lo que nos permite referirnos aquí al “etiquetado” o “labelling”, es decir, el efecto negativo que una etiqueta produce) o “mala fama”. Pero más allá de esta definición, “estigma” hace referencia a las relaciones que la mayoría de la población establece con determinados grupos de personas. En este caso, hace alusión a un conjunto de actitudes, habitualmente negativas, que se mantienen con un grupo minoritario. En general, consiste en una desvalorización debido a un estereotipo negativo. Por lo que debemos mirar más allá de la etiqueta…

Y ¿qué motivos hay? Según distintos estudios los principales motivos son la creencia de peligrosidad (por ejemplo, la extendida idea de que todas las personas con esquizofrenia son violentas), extrañeza, impredictibilidad, dificultad de relación, incapacidad, falta de voluntad, incurabilidad y un grado variable de atribución de responsabilidad y culpa sobre lo que sucede. Además de estas ideas, existen sentimientos como el de desconfianza, miedo, rechazo o compasión pero “manteniendo la distancia” (“distancia o distanciamiento social”). Parte de culpa de esto es de los medios de comunicación (periódicos, películas, telediarios…) al ser una fuente principal de información en la sociedad y los cuales “venden” situaciones particulares como síntomas generalizados o muestran perfiles extremos.

Además, el estigma sobre el trastorno mental repercute en otras situaciones como puede ser dar el paso de pedir ayuda en los servicios de salud mental por el miedo, ya no sólo al diagnóstico, sino al estigma.

El estigma existente alrededor de los trastornos mentales es un fenómeno global y que provoca un sufrimiento adicional para la persona y su familia (aislamiento, desesperanza, baja autoestima, menos búsqueda de ayuda…). El estigma incluye tres elementos: un problema de conocimiento (ignorancia), un problema de actitud (prejuicio) y una conducta (discriminación). El estigma también conlleva un cambio de identidad, ya que ésta incluye aspectos sociales y culturales. En el caso de los pacientes con trastornos mentales pasan a ser “el enfermo”, “el esquizofrénico” o “el loco”. Ellos y nosotros.

Ninguna persona es responsable o culpable de tener un trastorno y todas tienen más cualidades, las cuales pueden ser muy positivas. No toda su personalidad es fruto del trastorno que padecen. Son personas con un trastorno y no sólo un trastorno, de igual manera que somos algo más que rubios, morenos, altos, bajos, diabéticos o cardiópatas.

Tres personas con problemas de salud mental conversan en un centro comercial sobre los prejuicios más comunes sobre este ámbito.

Laura Sánchez

Bibliografía

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Uribe, M., Lucía, O., & Cortés, A.C. (2007). Voces del estigma. Percepción de estigma en pacientes y familias con enfermedad mental. Universitas médica, 48(3), 207-220.