El euro deja de ser la meta soñada

Publicado el 12 diciembre 2011 por Nestortazueco

(The Wall Street Journal, 11/12/2011, GORDON FAIRCLOUGH, Ostrów Mazowiecka)

En una fábrica de muebles de esta ciudad que produce escritorios y estanterías de libros para clientes en toda Europa, las líneas de ensamblaje funcionan las 24 horas del día, los siete días de la semana. 

A pesar de la crisis que aqueja a buena parte del continente, los empleados de esta fábrica pasan apuros para satisfacer la demanda. “Para serle franco, ni siquiera hemos sentido la crisis”, reconoce Maciej Formanowicz, presidente de Fabryki Mebil Forte SA, mientras las máquinas montacargas trasladaban muebles para televisores con destino a Alemania.

Una de las grandes razones que explica la fortaleza de Forte es que Polonia no utiliza el euro.

Cuando la crisis financiera azotó el mundo hace tres años, el zloty, la divisa polaca, cayó frente a las monedas consideradas más fuertes, como el euro. Eso abarató las exportaciones polacas y ayudó a mantener la economía a flote. Desde entonces, Polonia ha sido el único miembro de la Unión Europea cuya economía no ha entrado en recesión.

La devaluación del zloty no ha sido la única razón del éxito polaco. Pero la flexibilidad de la moneda sumada a la crisis de la deuda que ha estremecido la zona euro ha cambiado el parecer de muchos con respecto a la adopción del euro, una meta que el gobierno prometió que alcanzaría en 2012.

Ahora, el ministro de Finanzas, Jan Vincent-Rostowski, dijo en una entrevista radial que debido a los “problemas estructurales muy arraigados” en la unión monetaria, “van a pasar varios años antes de que sepamos si la zona euro tiene sólidos cimientos y es seguro integrarse a ella”. El líder de la oposición, Jaroslaw Kaczynski, es menos diplomático y asegura que la adopción del euro constituye un “suicidio económico”.

Un mal augurio

El caso de Polonia es ilustrativo de lo que ocurre a lo largo de Europa Central y del Este. Los gobiernos, desde Hungría a Bulgaria, que antes clamaban por ingresar a la zona euro ahora están archivando esos planes y volviendo a examinar los costos y beneficios de una proposición que antes parecía inevitable. La expansión del euro era considerada parte del destino manifiesto de Europa, una potente señal de éxito económico y político para los países que antes conformaban la cortina de hierro. El cambio de opinión constituye un mal augurio para la integración económica europea, un proceso que se ha extendido durante décadas. La moneda común es el eje y el principal símbolo de esa integración. Los defensores del euro temen que si se desvanece el entusiasmo por la moneda, otros esfuerzos para unificar a las naciones del continente también podrían estar en problemas.

Asimismo, Polonia y la República Checa son la clase de economías que la zona euro precisamente quiere incorporar: competitivas, con bajos niveles de endeudamiento y sólidas perspectivas de crecimiento. “Es un gran signo de interrogación sobre el futuro no solamente de la zona euro, sino de toda la Unión Europea y el proceso de convergencia”, señala Simón Quijano-Evans, economista de ING Bank en Londres.

El viernes, los líderes europeos anunciaron un pacto que busca reparar ciertos defectos en la zona euro y reforzar la disciplina fiscal al imponer castigos automáticos a quienes no cumplan las normas. No está claro, en todo caso, que estas medidas sean suficiente para resolver la crisis de la región.

Los líderes políticos polacos insisten en que el país quiere ser parte de la zona euro, más adelante. También han indicado que una mayor integración fiscal aumenta el atractivo de la zona euro, al disminuir la probabilidad de una nueva crisis financiera. No obstante, ceder facultades a terceros es una propuesta difícil de aceptar en países como Polonia, que recuperaron su soberanía hace apenas 20 años, después de décadas de dominio soviético.

“Polonia debería aferrarse al zloty”, recomienda Jacek Czerwinski, director ejecutivo de una empresa de servicios de televisión. “Si nos hubiésemos unido (a la zona euro) ahora estaríamos en serios aprietos”.

No cuesta entender la magnitud de la desilusión, conforme la crisis se ahonda y la incapacidad del liderazgo de la UE para ofrecer soluciones efectivas debilita la confianza en las instituciones europeas.

Uno de los beneficios que atrajo a los países a la Unión Europea, un menor costo del financiamiento, ha perdido gran parte de su brillo ahora que las naciones que no forman parte del bloque económico ven cómo los mercados han disparado los rendimientos de los bonos de países como Portugal e Irlanda. En realidad, Polonia se puede financiar a una tasa de 5,89% para sus bonos soberanos a 10 años, por debajo de lo que tienen que pagar Portugal e Irlanda.

Luego está el tema de los rescates. “Podemos observar cómo la unión monetaria se transforma en una unión de transferencias o incluso una unión de deuda”, dijo el primer ministro checo Petr Necas. “Nadie sabe lo que va a pasar con este proyecto”.

Ventajas de estar fuera

La crisis de la deuda ha dejado de manifiesto el peligro de dejar la política monetaria en manos de un banco central multinacional. Grecia, Portugal, Italia, España y otros países de la zona euro no han logrado reanudar el crecimiento en parte porque no cuentan con una moneda que se pueda devaluar y, de esta manera, estimular la economía.

“Si uno es fuerte, es positivo ser parte de la zona euro”, señala el ministro de Economía de Hungría, Gyorgy Matolcsy. “Si uno es débil, su vida corre peligro”.

Mientras la mayor parte de la zona euro sufre un bajón económico, Polonia prospera. El tipo de cambio no es la única razón. “Obviamente es mejor estar fuera” de la zona euro ahora, señala Marek Belka, presidente del banco central polaco. “Tenemos los beneficios de estar en la Unión Europea, pero no en la zona euro”. Entre esos beneficios figuran la capacidad de devaluar la moneda, no contribuir a los rescates y el acceso sin aranceles a los mercados europeos y fondos de la UE para iniciativas de desarrollo.

Forte, el fabricante de muebles, exporta casi 80% de su producción, la mayor parte al resto de Europa.

Formanowicz, su presidente, dice que aunque “en este momento a nadie en sus cabales se le ocurriría defender la adopción del euro”, a la larga, la moneda común podría facilitarle la vida a pequeños empresarios como él al eliminar el riesgo cambiario. “Desde la perspectiva del pequeño empresario”, indica, “la adopción del euro resuelve muchos problemas”.