Arranca la campaña oficial de las presidenciales francesas, cuando ya hace meses que los candidatos celebran su particular Tour de France recorriendo la geografía gala de mitin en mitin. De momento las mayores multitudes, para sorpresa de propios y extraños, las está reuniendo el candidato del Front de Gauche, (FG) Jean Luc Mèlenchon, en tanto Sarkozy y Holland se las ven y se las desean para que sus actos tengan una cierta apariencia de asistencia de público.
En marzo Mèlenchon reunió a cien mil personas en la plaza de la Bastillla de París, y la semana pasada a setenta mil en la plaza del Capitolio de Toulouse. Según las encuestas el candidato del FG será tercero en la primera vuelta, desplazando a la candidadata del FN fascista, la hija de Le Pen. EL FG, basado en la alianza electoral estable entre el Parti de Gauche (PG, socialistas de izquierda) y los restos del otrora poderoso PCF, ha sabido sumar grupos y grupitos de izquierda (verdes, ex trotskistas, fracciones del "anticapitalista" NPA y otros), amén de las corrientes de izquierda del PS agrupadas ahora en el PG. Mèlenchon es un líder enérgico, tozudo, íntegro y capaz, y con ese apellido andaluz que tiene arrastra con facilidad a los inmigrantes naturalizados franceses. En su contra y la de su formación política actúa cierto infantilismo político, que en ocasiones lleva al FG a manifestar un tosco antieuropeísmo y una pasión por los caudillajes latinoamericanos de estilo chavista incomprensibles en personas que en su mayoría cuentan con sobrada formación política, académica y humana y una larga trayectoria cívica tras ellos. Son estos defectos aún no pulidos los que impiden al FG estar compitiendo directamente con Hollande y su PS, y verse por ahora reducidos al paradójico papel de convertir en presidente de Francia en segunda vuelta al tontuelo que lidera a los socialdemócratas y social-liberales franceses.
El FG es un modelo político a seguir, basado en la experiencia de Die Linke pero con una fuerza mayor y creciente, en la medida de que sus integrantes carecen del pasado político discutible que tiñe a algunos de los actuales aliados políticos de Oskar Lafontaine y la izquierda socialista alemana. Sea como sea comienza una campaña electoral que dará que hablar, y no solo por las idioteces que está profiriendo el pobre Sarkozy, quien a pesar del reciente show antiterrorista organizado en Toulouse, equiparable en intención aunque seguramente no en resultados electorales al asalto a los suburbios de las ciudades francesas, que instrumentó desde su cargo de ministro de Interior como vehículo para llegar a la presidencia francesa hace ahora cinco años. Sarkozy intenta de nuevo robar voto a la extrema derecha sacando la porra y exhibiendo su xenofobia. De todos modos, va a perder. Francia ya le ha sentenciado.
En la fotografía que ilustra el post, una bandera republicana española ondea en la plaza del Capitolio de Toulouse, durante el gran mitin del FG celebrado hace unos días.