Mayor sostenibilidad y precisión. Analizamos el futuro del cultivo de flores… ¿Cultivos de futuro?
El cultivo de plantas ornamentales no es precisamente el sector agrícola más sostenible. O al menos, no parecía serlo, hasta ahora. Una iniciativa que contribuye a la digitalización de la agricultura es un conocido proyecto en los Países Bajos: «Bollenrevolutie 4.0», lanzado a principios de 2019. Varios productores de bulbos están trabajando con la Universidad de Wageningen, como la agricultura de precisión, la agricultura inteligente, inteligencia artificial y big data. Todo ello aplicado al cultivo de las Flores.
Con estos dos proyectos, NPPL y Bollenrevolutie, los Países Bajos acumulan mucha experiencia con la agricultura de precisión y la agricultura inteligente. La digitalización ha hecho posible el uso de GPS en tractores, sensores en tierra o drones que vuelan sobre campos agrícolas.
El desafío ahora es lograr la mayor precisión en los sistemas automatizados para que los datos se puedan usar para reducir costos. Además, estos sistemas deben ser más fáciles de usar para los fabricantes. Gracias a esto, la tecnología se beneficia del medio ambiente, la agricultura y sus bolsillos.
Por ahora, no olvidemos que además de ser útiles para detectar malas hierbas y enfermedades, los drones también nos brindan fantásticas imágenes de campos de tulipanes holandeses.
Hemos de tener en cuenta que las plantas con flores se pueden propagar de diferentes formas dependiendo de sus propiedades morfológicas. Por ejemplo, los girasoles se propagan sexualmente a partir de semillas, otra forma de propagación es a través de estacas como rosas, crisantemos y claveles, o bulbos como tulipanes y lirios. También se pueden propagar in vitro con cultivos de meristemas.
La floristería es un campo de la horticultura centrado en el cultivo de flores y plantas ornamentales de forma industrial para uso decorativo. Los productores llamados floristas producen plantas de jardín para jardineros, paisajistas, decoradores de interiores, venta de flores cortadas en floristerías, para su uso final en la decoración. Los floristas deben ser vistos como plantas de producción en masa, en contraposición a la jardinería.
Chipiona – España: Cortar la flor es un negocio que tiene futuro
José Santamaría y sus hermanos tienen un negocio de cultivo de flores de propiedad familiar. Es 11 de febrero de 2020 y en Chipiona, España, existen condiciones ideales para el desarrollo del cultivo de flores. Tiene una humedad relativa muy alta, que la flor requiere, las temperaturas son agradables, pues en invierno llegan excepcionalmente a cero grados y en verano ni siquiera hay un calor excesivo. La calidad del suelo es buena y la cantidad de precipitación moderada. Por todo ello, los campos de Chipiona son un huerto en la provincia de Cádiz desde hace más de 30 años.
La Santamaría Tirado es una empresa familiar actualmente regentada por cuatro hermanos, que protagonizan hoy una historia que se remonta a tres generaciones. «Esta granja perteneció a mi abuelo, luego pasó a mi padre y ahora está dirigida por cuatro hermanos. En un principio se dedicó al viñedo, desde la viña hasta la horticultura, pero finalmente nos decidimos a finales de los ochenta y principios de los noventa por el sector de las flores cortadas porque tiene más ventajas. Una mayor producción resultará en una mayor carga de trabajo y una mayor rentabilidad». Estas son las palabras de José Santamaría, uno de los actuales directivos de la empresa, que explica que “con los años también hemos ampliado la finca porque ha llegado el momento en que éramos demasiado pequeños». El agricultor muestra uno de los almacenes donde se guardan las flores antes de enviarlas al comprador.
Este agricultor de Chipiona asegura que el comercio de flores cortadas, a pesar de todos los altibajos que ha tenido en los últimos años, es una industria que tiene futuro. No en vano hay 20 empleados en su empresa hoy que trabajan 12 meses al año. Una hectárea de flores cortadas te puede traer la misma o más rentabilidad que cinco hectáreas de hortalizas.
El cultivo de flores en Chipiona se inició hace más de 30 años y hoy en día puede haber más de 200 agricultores, cada uno de los cuales es una empresa dedicada a la industria de las flores cortadas, agrupados en aproximadamente 300 hectáreas del pueblo. Cada agricultor emplea al menos a cuatro o cinco personas, por lo que es un sector que genera riqueza y empleo.
Este sector también experimentó un auge en sus inicios, especialmente en los años ochenta. En Chipiona se utilizaron más de 1.000 hectáreas para cultivar flores. El sector supuso el 19% del producto interior bruto de la provincia de Cádiz. Sin embargo, desde mediados de la década de 1990, el sector ha sufrido mucho como consecuencia de la crisis que ha vivido el país.
También fueron muchas las personas que aprovecharon el boom inmobiliario, abandonaron la flor cortada y se dedicaron a la construcción. En ese momento, eran sólo verdaderos profesionales de este sector, los que siempre se han dedicado a él. Tras el colapso de la burbuja inmobiliaria y la crisis económica que empezó en 2008, muchos emprendedores que apostaron por el ladrillo ahora están volviendo a la flor. Pero ahora volver a entrar en este sector es complicado porque hay que hacer inversiones muy grandes. Un invernadero cuesta activos, pantallas térmicas, calefacción… y hoy el producto no deprecia la inversión para empezar de cero.