El gancho no lo es todo

Por Eltiramilla

Hace ya varios meses que expresé mi opinión en este diario acerca de la importancia del gancho en narrativa comercial, y también he recalcado varias veces que en narrativa juvenil no se puede prescindir de un planteamiento interesante si uno quiere que le lean mucho, por muy bien escrita que esté su novela. Pues bien: hace poco me di cuenta de que las novedades del mes van o bien descalzas o bien con bombín. No hay término medio. Y tranquilos, que vengo con ejemplos.

Interworld es una serie de animación de sábado por la mañana hecha novela. No, en serio. La obra tiene un gancho bastante bueno: Joey descubre que puede cruzar las barreras entre mundos paralelos al suyo, Joey se une a unos justicieros interdimensionales que resultan ser todos versiones alternativas de sí mismo procedentes de Tierras paralelas, Joey lucha contra malos malosos en mundos arquetípicos de fantasía y ciencia-ficción en mil y un universos diferentes. Y lo firma Neil Gaiman. ¿El resultado? Una historia que promete mucho, que cumple muy bien y… que acaba siendo perfectamente olvidable. Porque no sabe dejarse llevar. Se trata de una obra tan sota-caballo-rey que el lector siempre está con la sensación de que le falta la última pieza del puzzle. Es como un pulpo muy bien cocinado, pero que no tiene pimentón. Una historia con un gancho así exige de cierta desmesura, e Interworld no provee. Lástima, porque imaginación e ideas sí que tiene para dar y tomar.

El ejemplo contrario, Unison, es una novela bastante rara en la que uno está leyendo diálogos como “eres un tuitero estúpido” y de pronto pasa página y aparece una vaca que lanza rayos láser por la boca. Estamos ante una ópera prima en la que la gente del futuro vive a través de una red social basada en una realidad virtual llamada Unison y en la que los pobres que no pueden permitirse una cuenta viven como pueden bajo una bóveda. Un libro lleno de ideas magníficas –ay, cómo me gusta decir esto- expresadas mediante acciones en el espacio… y que quedarían quizá mejor en una pantalla de cine. Porque no se entienden. Porque Unison está tan enamorada de su propio ombligo –que bonito es, el ombligo- que se olvida de meter al lector en la historia y uno acaba por no enterarse de nada a menos que lea con sumo detenimiento y atención –y una obra publicitada como “distopía comercial entretenida” NO va a leerse con detenimiento y atención-. Y es una pena, porque potencial, estilo y creatividad tiene. A pesar de lo de la vaca lanzarrayos.

La idea es simple: ten ideas, pásate tres pueblos y crea cosas distintas… pero haz el favor de intentar que se entiendan y de ofrecer un gancho para atrapar al lector y una estructura adecuada a lo que quieres contar. Porque últimamente es o lo uno, o lo otro, o todo lo contrario, o nada de lo anterior.