Últimamente el término Normcore lo leemos hasta en la sopa. Una nueva tendencia que defiende que la gente vaya vestida, pues eso, de normal. Que al parecer para ser chic no es necesario llevar altos tacones ni prendas únicas. Que el glamour se encuentra igualmente en una camiseta y un vaquero. Pero señoras y señores, no confundamos.
Cierto es que el glamour y el saber llevar nada tienen que ver con la indumentaria en sí misma. Alguien con estilo innato, destilará igualmente estilo por los cuatro costados con las prendas más básicas del armario del mundo. Pero cierto es también, que lo que es feo lo seguirá siendo por los siglos de los siglos por muy cómodo que sea y por mucho de moda que lo quieran poner. El chándal es feo y las chanclas de piscina de los 80 son feas. Y punto.
No veo la necesidad de diferenciarse por llevar prendas que no favorecen. No veo la necesidad de sacrificar la feminidad de mujeres icono como Grace Kelly, divinas con sus guantes y sus cómodos tacones midi. No entiendo la búsqueda de diferenciarse a toda costa en pro de la comodidad extrema (ojito, que a ver si por querer ser tan cómodos volvemos a caer en el extremo grunge y además de salir en chándal y chanclas a la calle, vamos dejando de lavarnos el pelo...)
Que yo, señores, soy de las que piensa que para ser guapa hay que sufrir. Y gracias a la moda ya no hay que sufrir tanto. Sólo perder un poco de tiempo, disfrutar delante del espejo, vestirse con ganas y con gusto. Y seguir siendo NORMALES. Porque todas somos normales. Pero ojo: normales divinas. Las más divinas del reino de nuestra casa.
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