El Gobierno español concede asilo como refugiado a un emigrante negro albino en peligro de muerte

Publicado el 28 diciembre 2009 por Antoniopampliega

Su singularidad es su condena. Y el color de su piel su sentencia de muerte. Abdoulaye Coulibaly es un negro albino y eso, en África, es sinónimo de dinero, mucho dinero. Este tipo de personas son excepcionales, por su singularidad, pero despiertan los instintos más bajos de sus semejantes que les ven como algo mágico; algo que les puede ayudar a ellos para sobrellevar sus penosas existencias.

Esa es la condena que cae sobre los negros albinos. Sus dedos, su piel, su pelo, su sangre e incluso su cabeza decapitada son utilizadas en rituales de brujería. No es ficción, desgraciadamente. En el África más profunda donde la brujería, los hechiceros y la magia dictan los designios de cientos de miles de personas que se aferran a cosas banales para sobrellevar sus insulsas vidas estos rituales donde se emplean a los negros albinos son cosas más habituales de lo que creemos.

Ser negro albino en África es sinónimo de vivir bajo el yugo de una condena eterna. Todos ansían lo que él posee y tarde o temprano se lo arrebatarán. Por eso, Abdoulaye Coulibaly, sabedor de que su vida corría peligro decidió dejar su Mali natal y huyó de su país para poder sobrevivir. Llegó hasta Naudibú (Mauritania) donde consiguió plaza- después de pagar el precio del ‘pasaje’ porque los traficantes de hombres no entienden de brujería pero de dinero sí que andan bastante duchos- en un cayuco que tenía como destino final las costas españolas.

El 29 de marzo el cayuco en el que viajaba arribó en la playa de La Tejita (sur de Tenerife) junto con otros 65 subsaharianos. Coulibaly cayó de rodillas sobre la arena de la paya. Estaba exhausto, deshidratado y tenía quemaduras muy importantes en la práctica totalidad de su cuerpo debido al sol… pero era el hombre más feliz del mundo. Había conseguido escapar de aquellos que ansiaban su cuerpo.

Su piel blanca como la leche moteada de pequeñas ‘pecas’ negras le hacían destacar del resto. Su foto fue portada en la prensa nacional y su rostro abrió informativos a nivel nacional; pero nadie conocía la terrible historia que se encerraba de tras de su singularidad. Ahora, casi un año después de su llegada a España, conocemos la historia completa que continúa sobrecogiéndonos por su crudeza.

Coulibaly, de 22 años, trabajaba como vendedor de accesorios para teléfonos móviles en las calles de Bamako- capital de Mali- para poder continuar con sus estudios secundarios… Pero su vida cambió cuando unos desconocidos trataron de secuestrarle cerca del estadio 26 de marzo de Bamako. “Unos hombres quisieron meterme en una furgoneta pero mis gritos hicieron que otra gente que había por la calle me ayudara a escapar”, afirma Coulibaly. Ese era el segundo intento de secuestro que sufría. “Trataron de llevarme en dos ocasiones para usar mi cuerpo para rituales de brujería”. Pero también sería el último. Decidió dejarlo todo y huir…

La historia de este joven maliense ha tenido final feliz. El Gobierno de España le ha concedido el estatuto de refugiado. “Es la primera vez que el Gobierno español concede el asilo a una persona por el motivo de ser negro y albino; y además, de Mali, donde hasta ahora no se había podido comprobar el peligro de muerte para estas personas”, afirmó Rocío Cuellar, abogada del joven.

“Estoy muy feliz después de tanto sufrimiento. Tenía mucho miedo. Sé que a otros albinos les han cortado los dedos, han usado su pelo o les han cortado la cabeza para usarlos en rituales. Por eso, haber llegado a España, donde nadie me discrimina por mi color de piel ni mi vida está en peligro, ha superado mi mejor sueño”, confesó Coulibaly. Pero su dicha no es completa. Tiene otros dos hermanos albinos como él y espera poder traerlos a España para que no sean usados en rituales de magia. Lo diferente no siempre es una bendición.