Llevaba muchos años detrás de este viaje. Bien sabéis de mi pasión por las islas Canarias donde escapo junto a mi familia siempre que puedo. Sin embargo tanto La Gomera como El Hierro eran asignaturas pendientes (La Gomera lo sigue siendo) Por fin mi marido y yo hemos podido hacer realidad este sueño que coleteaba..
Ha sido un fin de semana, breve por lo tanto, pero mejor eso que nada y desde luego nos hemos hecho una idea fabulosa de la isla a la que esperamos volver con los niños y organizando rutas por los infinitos senderos que la isla esconde entre su asombrosa vegetación.
Lo que más me ha sorprendido ha sido la gran variedad de paisajes que la isla ofrece. Es un paraíso de vegetación y cambiantes paisajes, declarada en su conjunto Reserva de la Biosfera Integral. Su costa está formada por grandes acantilados que ofrecen las más increíbles vistas y los más bellos miradores. Las playas son de piedra negra volcánica y hay piscinas naturales. Fuimos a ver una de ellas, la del Tamaduste, pero llovía tanto que no pudimos apreciar su belleza y apenas pudimos dar unos pocos pasos del coche! Queda pendiente para la próxima vez!
Llegamos el viernes por la mañana en un vuelo desde Tenerife.
Un pasajero encantador nos recomendó un restaurante en San Andrés, Casa Goyo, y como era la hora de comer fuimos a investigar.. Nos gustó tanto que volvimos al día siguiente!
Unos garbanzos con cochino, que así llaman al cerdo y un conejo frito con papas y mojo rojo. Muy rico y muy canario. Tanto que repetimos el sábado! Y aún quisimos volver el domingo ya de camino al aeropuerto, pero estaba lleno e íbamos justos de tiempo!
Ya con el estómago a gusto y con ganas de empezar a patear la isla cuánto antes pusimos rumbo a El Jular, cerrado sin embargo por los movimientos sísmicos y riesgo de tremor.
Primero hicimos parada en el Mirador de las Playas que ofrece una increíble vista hacia las playas y acantilados que dan a la costa de El Parador.
El Camino cruzando la zona de El Jular trascurre entre un frondoso arbolado sobre todo de pino canario, con vertiginosa caída hacia el mar. Este recorrido hasta el Faro de Orchila y el Meridiando Cero dura aproximadamente tres cuartos de hora. Esta carretera la tomamos varias veces durante el fin de semana, por eso quizá notéis cambios de color y luz, según las horas del día. Precioso en cualquier caso!
Esta bella carretera termina en el increíble paseo de las Sabinas. Pero antes quisimos bajar hasta el Faro de Orchila y el Meridiano Cero, lugar en el que antiguamente (hasta 1492 con el descubrimiento de América) se pensaba que acaba el mundo. Es el punto más occidental de Europa. Y de ahí que a la isla del Hierro se la conozca como la Isla del Fin del Mundo. Fue aquí donde vimos el primero de todos los arcos iris que veríamos durante el resto del fin de semana. El Hierro es la isla de los contrastes, pero también de la luz y sus efectos mágicos!
Como curiosidad contaros que hasta 1885 por este punto pasaba el meridiano 0.
Desde el Faro remontamos de nuevo para llegar a la Ermita de la Virgen de los Reyes, patrona de la isla, pero empezaba a llover y decidimos continuar dando la vuelta por los acantilados, ver el anochecer y regresar a la Ermita y a las sabinas al día siguiente.
Y así fue como pudimos contemplar desde lo alto del acantilado una preciosa puesta de sol. Una vez anochecido, regresamos por la costa de Frontera y El Golfo hasta el Parador, pues nos habían advertido que debido a los terremotos cerraban el túnel a las siete y media de la tarde. La opción al túnel supone casi una hora más de carretera cruzando una escarpada montaña, de noche y con lluvia y niebla. No nos apetecía mucho correr ese riesgo y además ya teníamos ganas de llegar al Parador.
Precioso por cierto, muy buen servicio, bonitas vistas a la costa desde nuestra habitación desde la que se escuchaban golpear las olas del mar. Por la mañana hice estas fotos.
Los altos riscos son los del mirador de las Playas!
Y muy cerca del Parador, pero hay que ir caminando, hay varias playas volcánicas para pasear…
Llegamos a tiempo para poder cruzar el túnel, y aun tuvimos tiempo de disfrutar de las instalaciones de El Parador, gimnasio y piscina bajo las estrellas! Luego cena en el propio hotel, queso tierno canario, ensaladas, bacalao..
El sábado después de admirar uno de los amaneceres más bellos que recuerdo, fuimos a recorrer todos los miradores que pudimos y observar cómo es de diferente y variado el paisaje de esta isla tan variada y singular.
Esto son vistas desde la carretera según nos alejamos del Parador, con el Roque de Bonanza que nos dejó una bonita silueta marina.
Desde el Mirador de la Peña, en el municipio de Frontera se puede admirar uno de los paisajes más fascinantes de la isla, los Roques de Salmor y la costa de El Golfo, entre cuyas entrantes y salientes al mar se encuentra ubicado el hotel más pequeño del mundo. Fuimos a verlo por su particularidad de tener tan solo cuatro habitaciones y de encontrarse prácticamente colgando en el mar. Su singularidad y bella ubicación hacen de él vista obligada. Llegamos a las dos de la tarde con una lluvia tremenda, completamente calados y el dueño no quiso ponernos una cerveza, pero nos dejó curiosear dentro del hotel. No había nadie.. Otra de las particularidades de esta isla, al menos en los dos días que hemos pasado, es que el tiempo es capaz de cambiar de sol a lluvia y viceversa en apenas unos minutos o unos metros! Mirad como rompían las olas en el acantilado del hotel más pequeño del mundo!
Desde el mar subinos a El Mirador de Garoe, con un paisaje que una vez más ha cambiado, del escarpado acantilado volcánico a verdes laderas. Incluso nos regaló una bonita vista del Teide entre sus pinos!
Muy cerca de este mirador se encuentra uno de los símbolos de la isla, el árbol santo de Garoe.
El árbol santo de Garoe tenía carácter sagrado por los aborígenes del Hierro porque sus hojas emanaban agua dulce que ellos almacenaban en albercas alrededor del árbol. En esta fotografía pueden verse las albercas y pequeños embalses donde se acumula desde entonces el agua, que no es otra cosa que la condensación del agua del aliso. Cuenta la leyenda que cuando los conquistadores castellanos llegaron a la isla, los bimbaches ocultaron la ubicación del árbol sagrado con la esperanza de que al llegar la época de sequía los conquistadores se fueran, ya que era el único agua potable del lugar. Sin embargo una joven guanche se enamoró de un conquistador y le reveló el secreto. Su pueblo al enterarse de la traición la sacrificó tirándola por uno de los altísimos acantilados de la isla. Al parecer el árbol original era un tilo que murió a consecuencia de un gran huracán en 1.604. Pero no se volvió a plantar otro tilo hasta 1.949. (En internet he leído que es un laurel, pero a nosotros el guía nos dijo que era otro tilo)
Este árbol permanece en el escudo de la isla de El Hierro y es considerado todo un símbolo al igual que las sabinas.
Si el Hierro es la isla más pequeña de las Canarias, y en ella se encuentra el hotel más pequeño del mundo, no podíamos dejar de visitar el pueblo más pequeño de la isla! La pintoresca villa de Tiñor, en la ladera sur de Valverde. Las viviendas son las típicas herreñas, con paredes en piedra encalada, techos de teja y madera, muros de piedra.
Otro de los detalles que más me han sorprendido de esta isla es lo cuidado y limpio que está todo. Las carreteras, las aceras de los pueblos y ciudades, los senderos y paseos.. Esta impecable, todo un ejemplo a imitar!
No en vano, la isla nos regaló varios arcos iris, este fue el segundo.
Fue en otro de los miradores, El mirador de Isora desde el que baja un sendero hasta las playas del Parador. No apto para quienes padezcan de vértigo!
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Muy cerca, en el mismo pueblo de Isora, se encuentra otro de los miradores desde el que también se puede hacer una ruta de senderismo, el mirador de la Fuente.
Después de tanto Mirador, y de volver a pasar por Casa Goyo para reponer fuerzas, volvimos hacia el sabinar que no habíamos podido ver el día anterior por culpa de una intensa lluvia.
Descubrí el árbol símbolo de la isla, nunca antes lo había visto, la sabina. Dimos un precioso paseo entre ellos, con una tarde espectacular. Esta vez el sol quiso acompañarnos, pero también aquí en este mágico lugar y como no podía ser de otra manera, contemplamos el tercero de los arcos iris!
La Sabina es una especie autóctona de la isla, casi en peligro de extinción. Tienen un grueso tronco, muy ramificado y su particularidad es que está retorcido por los fuertes vientos que azotan la zona. Hay ejemplares milenarios que incluso parece mentira que sigan vivos, y sus formas son realmente curiosas y extraordinarias.
Desde el Sabinar hay un paseo hacia el Mirador de Bascos. Si todos los miradores y acantilados de la isla son absolutamente vertiginosos, el de Bascos probablemente sea el más espectacular. Cae en picado sobre la playa de Arenas Blancas. Dicen que en los días despejados se tiene una increíble vista sobre todo El Golfo, Frontera y toda la costa, pero no tuvimos esa suerte. Sin embargo los mágicos y misteriosos juegos de luz de la isla nos deleitaron con el resplandor del sol atravesando las nueves y aterrizando sobre las aguas del Atlántico. Sobre las aguas del mismísimo fin del mundo!
Ya atardecía sobre la isla y hoy tampoco queríamos arriesgar a tener el túnel cerrado, por lo que muy a nuestro pesar pusimos rumbo a El Parador con ánimo de investigar un restaurante que habíamos apreciado al pasar camino del Hotel. El Restaurante Bohemia. La parada era obligada, muy cerca del hotel, ganas de cenar y un lugar que había llamado nuestra atención por intuir que ofrecía buena comida canaria.
Y fue allí donde conocí a Fredes y a Manolo. Dos emprendedores donde los haya, en El Hierro. Hace tan solo ocho meses abandonaron su isla de Tenerife, sus trabajos y casi hasta su pasado, ella maestra y él administrativo. Su pasión la cocina, la rica cocina canaria. Arreglaron un destrozado restaurante a pie de carretera y ahora ofrecen un variado y casero recetario canario. Por cierto, hoy miércoles se presentaba a un concurso de tapas canarias con una tapa llamada “volcán”, que había creado Fredes mucho antes de que estallara el famoso volcán de la Restinga! Espero que lo haya ganado!!
Mi elección, unas lapas con mojo verde (cilantro) y pulpo al estilo canario, una receta propia de Fredes con aguacate, papas, tomate…
Si a estas alturas del post ya estáis pensando en viajar a El Hierro, apuntad este lugar, Restaurante Bohemia, a dos minutos del Parador. (Carretera Las Playas, 36. Valverde.
Teléfono: 922558514
No olvidéis preguntar por Fredes, en los fogones, pero la veréis cuidando y atendiendo a todos los clientes, mesa por mesa, como una madre que busca la felicidad de los estómagos de sus hijos! Atenta, simpática y única! Todo un ejemplo de coraje, de lucha pero también de ilusión! Y su felicidad sin duda, queda plasmada en sus deliciosas recetas.
Estuvimos conversando sobre lo acontecido con el volcán, el daño que su repercusión ha tenido en el turismo, el 30% de las reservas insulares han sido canceladas, y eso para una isla tan pequeña es un desastre. Y hablando y charlando me contó que un amigo le había regalado un par de piroclastos volcánicos, las famosas Restingolitas que ya están a la venta en internet! Le pedí verlas y me dejó también fotografiarlas para vosotros. Son sorprendentemente ligeras, contraste blanco y negro. Y también muy frágiles. De ahí que sea difícil encontrarlas de gran tamaño. Estas medían unos diez centímetros, pero lo normal es que sean más pequeñas.
Y ya el domingo, despedida a mi pesar. Fuimos primero a La Restinga, a ver otro de los parajes más asombrosos de la isla, los Lajiales. Se encuentran al borde de la carretera que baja de El Pinar a la Restinga. Y son formaciones volcánicas cuyas curiosas formas trenzadas crean un paisaje misterioso, como de otro mundo.. Os pongo varias fotos, me cuesta seleccionar…
Tras apreciar este lugar tan extraño y distinto a todo lo visto, fuimos al puerto pesquero de La Restinga. Todos los barcos han sido atracados en La Estaca, el puerto de la capital, por el riesgo del volcán. El daño a la pesca y a todos los que de ella viven en este pueblo pesquero es muy grande. Como también lo es a las escuelas de buceo, ya que esta zona de la isla es mundialmente conocida y famosa por sus bellos fondos marinos y su variedad de peces. Ahora está prohibido el baño, el buceo y la pesca por los efectos del volcán submarino. Esperemos que la normalidad vuelva pronto a esta bella tierra.
Y para terminar, con un precioso día de domingo, fuimos a otro de los miradores que nos quedaban por ver. Y fue como viajar de golpe a otra isla, Irlanda. El mirador de Jinama. El rojo intenso de los volcanes del horizonte contrasta con el verde verdísimo de las praderas y mesetas. Las ovejas pastan y nosotros nos acercamos a otro acantilado de más de 1000 metros, sin saberlo…Primero nos sorprende la Ermita de la Caridad de construcción típica herreña y después…
El Mirador de Jinama propone además un sendero que baja hasta Frontera. Y que desgraciadamente no pudimos hacer, el avión dudo que nos hubiera esperado..
Pero al igual que otros rincones, muchos por descubrir, los hemos dejado para un próximo viaje que enfocaremos con los niños y para dedicarnos al senderismo largo y variado que esta isla ofrece.
Las vistas desde Jinama tampoco dejan indiferente a nadie.
Y de estos parajes sin igual directa al aeropuerto, a decir “adiós Hierro” desde la pequeña pista que cae al mar. Nostálgica
* (Han sido tantas las excursiones, las fotografías tomadas y los lugares visitados en tan poco tiempo, que pido disculpas si en alguno me equivoqué adjudicando una foto que no se correpsonde)