Esta mañana Louis Vuitton convirtió su pasarela en un gigantesco pasillo de hotel. Los desfiles transformados en auténticos espectáculos se han alejado de la disposición de ida y vuelta, cada vez más directores artísticos eligen el esquema circular.
Las modelos se lanzaban a la pasarela a través de las puertas numeradas; casi a medio vestir, con vestidos de satén y encaje sobre los que se colocaban abrigos de piel cuyas formas recordaban a las batas más clásicas.
Una propuesta basada en el juego interior-exterior en la que Marc Jacobs invita a sacar del ámbito de la intimidad prendas reservadas exclusivamente a la habitación. Así lo lució él mismo, que salió a saludar en pijama.
Fotos vía style.com