Al revés también pasa. Muchos productores ecológicos tratan de hacerte creer que lo que se vende bajo su sello viene a ser como si lo hiciera tu abuelo, pero otra vez, nada más lejos de la realidad. El grueso de la producción ecológica se debe a grandes explotaciones. Concretamente, el mayor productor ecológico europeo es el Príncipe Carlos de Inglaterra, que no es abuelo de nadie, aunque ahora que se le ha casado el hijo no creo que tarde. Aún así, no me lo imagino yo con la azadita en el huerto ni pulverizando con la mochila todos los días (algún día, y delante de los fotógrafos, puede que si). No es muy diferente de lo que pasa en España. La mayoría de la producción se la debemos a agricultores que en función del año y de los precios solicitan o no la certificación. No me extrañaría que la mayor productora fuera la duquesa de Alba, puesto que es la mayor empresaria agrícola. Sigo insistiendo, si que es abuela, pero como que no me la veo en el huerto cogiendo los tomates uno a uno y menos ahora con todo el jaleo que tendrá por el tema de la boda. Si piensas que la producción ecológica se basa en pequeños agricultores que distribuyen sus productos en mercadillos o de puerta en puerta, solo ves una parte del tema. Estos, que existen, solo son responsables de un porcentaje mínimo de la producción ecológica total. Además tienen los problemas de emitir mucho más CO2 y ocasionar más problemas de seguridad alimentaria. De hecho, ellos mismos están más interesados en la captación impúdica de subvenciones que en alimentar a la población. Por lo tanto, no confundas los buenos recuerdos de tu infancia en el huerto de tu abuelo con la producción ecológica. No tiene nada que ver.
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