El ibuprofeno y los aditivos

Por Moiseschacon @nomasaditivos

El ibuprofeno ha sido uno de los protagonistas de esta semana como consecuencia de la alerta de seguridad lanzada por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, después de la última revisión realizada a este medicamento por la Unión Europea.

Básicamente se desaconseja "la administración de dosis altas de ibuprofeno (iguales o mayores a 2.400 mg/día)" ya que se incrementa el riesgo de padecer trombosis arterial. De otro lado, también recomienda que se tengan en cuenta los "factores de riesgo cardiovascular del paciente", antes de prescribirle un tratamiento a largo plazo con este medicamento, aunque no se alcance la dosis diaria de 2.400 mg/día.

Estoy completamente de acuerdo con la activación de esta alerta de seguridad ya que considero que los ciudadanos tenemos que ser conscientes de los posibles efectos adversos que pueden producir algunos medicamentos en nuestro organismo. Lo que ha sobrado ha sido la intervención del ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, quitándole hierro al asunto y asegurando que no hay motivo de preocupación porque el medicamento es seguro cuando se ingieren "dosis normales".

A ver, señor ministro: ¿Qué problema hay en que la gente tenga respeto a los medicamentos y no se los coma como golosinas? Además, aquí nadie discute si el ibuprofeno es seguro o no. Lo que se intenta es concienciar a la población de que solo lo tome cuando sea necesario y en la dosis más baja que haga remitir los síntomas. Según el prospecto de este medicamento, incluso en dosis inferiores a los 2.400 mg/día se pueden producir efectos adversos frecuentes (en el 10% de los pacientes) como, por ejemplo: problemas gastrointestinales, erupción en la piel, dolor de cabeza, mareos o vértigo, entre otros. Por eso es importante que este (y el resto de medicamentos) se tome únicamente en caso de necesidad.

Pues eso es, precisamente, lo mismo que ocurre con los aditivos: el grueso de la población los toma con absoluta despreocupación sin saber que también muchas de estas sustancias tienen unos límites de consumo diarios establecidos por las autoridades sanitarias y que se denomina IDA (Ingesta Diaria Admisible).

A mí me gusta comparar los aditivos con los medicamentos porque entiendo que, en general, ambos son necesarios, deben tomarse solo en casos de necesidad y existen unas dosis máximas que no se deben superar. Pero, mientras que en el caso de las medicinas eso se tiene más o menos asumido, en el ámbito de los aditivos no. La inmensa mayoría de los consumidores piensan que todos los aditivos se pueden ingerir sin límite, y eso no es así. Es más. algunos aditivos tienen una IDA realmente baja como, por ejemplo, estos:

  • La IDA en algunos colorantes como el E-127 o el E-133 es de solo 0,1 mg. por kilo de peso corporal. Cuando un niño se atiborra de chuches de colorines no es muy difícil que supere esta cantidad.
  • En el dióxido de azufre (E-220) y los sulfitos en general el límite de la ingesta se sitúa en 0,7 mg./kg. Como ya comenté en alguna entrada anterior, un estudio de la OCU detectó que "alguna de las hamburguesas analizadas lleva el 90 por ciento de la IDA de sulfitos para un niño, por lo que no debería tomar más sulfitos en ese día". Según los datos de ese mismo estudio, un adulto solo necesitaría comer entre tres y cuatro de esas hamburguesas en un día para estar en la misma situación. Si además tomas vino, alubias de bote o alguno de los cientos de productos que contiene sulfitos, habrás superado con creces los límites que marca la legislación.
  • En los nitritos, la IDA es de tan solo 0,06 mg./kg. Este aditivo también llega a nuestro cuerpo por infinidad de fuentes alimenticias.
  • En los ferrocianuros (E535, E-536, E-538) el límite máximo es de 0,025 mg./kg. Este aditivo se añade como antiaglomerante a la sal.

Como en el etiquetado de los productos no se informa de la cantidad que contienen de cada aditivo, los consumidores desconocemos si con la suma de productos que ingerimos a lo largo del día estamos cerca o lejos de ese límite marcado por las autoridades (aunque estos límites se hayan calculado con mucho margen para "garantizar" que no se produzcan problemas de salud). Ante este desconocimiento, yo procuro elegir aquellos productos con menos aditivos, de la misma manera que solo tomo medicamentos cuando es necesario y con la menor dosis necesaria que resulte efectiva.

Por cierto, volviendo al ibuprofeno, desde que descubrí que en Estados Unidos este medicamento lo venden en comprimidos de 200 mg. y tras comprobar que muchas veces esa dosis me resulta efectiva, ahora lo que hago es partir en dos los comprimidos de 400 mg., que es el que mayoritariamente se vende aquí en España, y así me tomo una, dos o tres mitades (200, 400 o 600 mg.), según sea la intensidad del dolor.

Termino recomendando este interesante post del Dr. López Heras en el que aporta datos muy interesantes sobre el consumo de antiinflamatorios.