- Precalentar el horno a 200º C. Poner cápsulas de papel en un molde metálico de muffins (9 unidades).
- Mezclar en un bol 140 grs. de harina bizcochona, una chispa de sal, 60 grs. de azúcar y 1 cuch. de semillas de amapola.
- En otro bol, batir ligeramente 1 huevo y añadir 125 ml. de leche, 3 cuch. de aceite de girasol y la ralladura de 1 limón (o 1 cdta. de esencia de limón). Añadir suavemente sobre el bol de la harina, mezclando que se integre todo, pero sin trabajar demasiado.ha reconocido los preparados homeopáticos como medicamentos, lo que ha levantado un río de tinta y ampollas en la mayor parte del espectro sanitario. Pese al bochornoso papel de la directora de la mencionada agencia me parece que el foco del asunto debería ponerse en otros lugares.
Permitanme que ahora cambie el punto de vista. Que unos padres traten el catarro banal de su hijo con homeopatía me parece mucho más beneficioso y razonable que el que empleen antibióticos o acudan repetidamente al pediatra que terminará forzado a indicarlos. Cuando veo el historial médico de los chavales y chavalas de 14 años que empiezan en mi consulta me llevo las manos a la cabeza. Adolescentes sanos que han acudido decenas de veces a los servicios sanitarios y han consumido un arsenal químico considerable. ¿Qué es peor darles bolitas de azúcar o anfetaminas y antibióticos a espuertas? ¿Qué estamos haciendo con nuestros jóvenes? ¿Y con los mayores? Mejor no les cuento cómo les medican en las residencias de ancianos, donde los cócteles de neurolépticos, benzodiacepinas y antidepresivos son la norma para que el personal dé los menos problemas posibles. Podría seguir con la hipermedicalización del embarazo y el parto, la menopausia y un sin fin de situaciones más, pero para eso ya hay libros de suficiente peso escritos por gente mucho más lista que un servidor.
No, la homeopatía no es el principal problema, ni mucho menos. Les cuento otros. Nuestro sistema sanitario, sin ir muy lejos, se está hundiendo por la sencilla razón de que ha perdido el norte. Ha hiperdimensionado el número y papel de los hospitales en detrimento de la atención primaria y los centros de salud, hasta el punto de construir hospitales como el de Collado Villalba que no se pueden abrir por falta de presupuesto y se mantienen cerrados pagando 900.000 euros al mes. Pero tampoco este es el principal problema. Si tuviera que elegir lo más complejo vuelvo a decirles que es definir salud y enfermedad. En el momento actual si usamos con rigor la nomeclatura médica practicamente todo el mundo estaría enfermo, dado que la mayoría cumplimos criterios de colesterol, tensión o azúcar alta, sobrepeso u obesidad, ansiedad o depresión, dolores variados, angustia existencial, falta de pelo o suficiente líbido...
¿No piensan quizá ustedes que el sistema está pidiendo un reseteo?