Elena F. Guiral
Inventor prolífico, trabajador incansable y hombre genial, Thomas Alva Edison, quien cambió el rumbo de la Humanidad en 1879 con el invento de la bombilla eléctrica, todavía hoy ostenta el récord Guinness de patentes registradas: 1090.
Esta es la historia de un investigador cuya fortuna le podría haberse permitido retirarse mucho antes, pero que siguió a pie de laboratorio hasta el día de su muerte, en 1931. Es la historia de un hombre que creía que cada error no era tiempo perdido, sino un paso más hacia la meta final. Para él, unn fracaso no era un fracaso, “simplemente 10.000 pruebas que aún no han funcionado”.
Es por todos conocido que Edison patentó inventos tan relevantes para la historia de la Humanidad como la bombilla, el fonógrafo y el kinetoscopio, pero pocos saben de su afición a la botánica. Podemos descubrirlo dando un paseo por los magníficos jardines de su casa de invierno en Fort Myers (Florida), donde se refugiaba de los largos inviernos de New Jersey y practicaba sus aficiones favoritas: la pesca, la jardinería y… sus pequeñas siestas.
Durante la I Guerra Mundial el precio del caucho aumentó de forma dramática y tanto Ford como Firestone estaban realmente preocupados por este tema. Su plan era descubrir una fuente alternativa de caucho a través de una planta doméstica que pudiera ser de utilidad en tiempos de guerra y crisis.
Florida, con su clima subtropical, era el lugar perfecto para el proyecto, por lo que Edison construyó en 1928 un nuevo laboratorio junto a su casa de Fort Myers. El investigador creó una red de expertos y buscó variedades vegetales de interés en Estados Unidos, Puerto Rico y Cuba. Después de testar 17.000 muestras de 2.200 especies diferentes, que fueron plantadas en las inmediaciones de su laboratorio, Edison encontró la planta perfecta: el Goldenrod, o vara de oro. De este modo Edison consiguió producir una planta de 3,7 metros de altura y que contenía un 12% de caucho y consiguió su última patente, la 1.090. De hecho, los neumáticos de su Ford T fueron fabricados con caucho extraído de Goldenrod.
¿Cómo se realizaba la extracción del caucho?
El proceso comenzaba fuera del laboratorio, en los campos de ensayo que había cultivados con Goldenrod. Una vez que las plantas se habían secado se trituraban y se enviaban al laboratorio químico, donde se estudiaban sus propiedades. De allí las plantas eran destiladas para extraer látex. Edison, pionero también en practicar química verde, purificaba y reciclaba todos los disolventes empleados.
Con su trabajo en la Edison Botanic Research Corporation y su experiencia Edison también contribuyó con su testimonio a la creación Plant Patent Act, aprobada en 1930 y que regula las patentes comerciales sobre el desarrollo de vegetales híbridos.
Desafortunadamente Edison murió en octubre de 1931 cuando el proyecto estaba en pleno desarrollo. Tras la muerte del investigador el Departamento de Agricultura de EE.UU (USDA), lo trasladó a Savannah (Georgia), donde le fue asignado un presupuesto de 80 millones de dólares. Sin Edison, y con la recesión económica y el aumento del uso del caucho sintético, el proyecto fue languideciendo hasta concluir en 1936.
“Hemos encontrado evidencias en el laboratorio de Fort Myers de que Edison estaban a punto de producir látex a partir de Goldenrod de forma masiva. Quién sabe lo lejos que hubiera podido llegar este proyecto si Edison no hubiera muerto”, comenta Alison Giesen, directora del Departamento de Conservación del Edison & Ford Winter Estates Museum.
Alison Giesen ha tenido un papel clave en la restauración del laboratorio de Edison en Fort Myers, que después de tres años de trabajo, ya puede ser admirado por el público desde el pasado mes de febrero. ¿El reto más importante? “Mantener el rigor histórico al máximo a la hora de colocar e interpretar todos los objetos en el laboratorio”. Para ello contaron con el archivo fotográfico de Edison además de con el asesoramiento de ingenieros químicos e industriales.
“En mi opinión, Edison se sentiría muy orgulloso hoy día de su legado. Y yo también me siento orgullosa de haber contrubuido a que sus investigaciones y su modo de trabajo inspiren a las nuevas generaciones”, comenta Alison Giesen. Como él dijo en una de sus citas más famosas: “Siempre hay una manera mejor de hacer las cosas. Encuéntrala”.